En San Siro manda 'Obama'
Seedorf, el extranjero que más partidos ha disputado con la camiseta del Milan (410), impone su jerarquía y su clase, a los 35 años, en el engranaje de Allegri
"¡Gracias por venir a verme, Obama!", regurgitó Antonio Cassano, todavía postrado en la cama, nada más ver cruzar a Clarence Seedorf (Paramaribo, Surinam; 1976) el umbral de la puerta de su habitación, en el Hospital Policlínico de Milán, cuando Talentino apuraba sus últimas horas en el centro después de ser intervenido quirúrgicamente del corazón. Antes habían desfilado por allí grandes amigos como Pato, compañeros de la selección italiana como Pazzini y viejos camaradas como Materazzi. Sin embargo, la visita del holandés, rival esta noche del Barça (20.45, Autonómicas), al que sus compañeros le otorgan el sobrenombre del presidente de los Estados Unidos por su trascendencia en el vestuario de San Siro, supuso un acto cuasi institucional. "Él manda", suelen repetir desde los despachos del club. "Es un líder dentro y fuera del campo, un ejemplo. Todo un caballero. Va a jugar hasta los 52 años", subraya el mandamás de la entidad, Silvio Berlusconi, cuando le interrogan por Seedorf, el futbolista extranjero que más partidos (410; entre 2002 y 2011) acumula con la camiseta rossonera por delante de ilustres como el sueco Nils Liedholm (394; entre 1949 y 1961), el alemán Karl Heinz Schnellinger (334; entre 1965 y 1974) y el ucranio Andrey Shevchenko (332; entre 1999 y 2006).
"Es cierto, le encanta dirigir", corrobora al otro lado del teléfono el exjugador José Emilio Amavisca, que aprovechó no pocos pases al hueco del tulipán durante su etapa conjunta en el Real Madrid, de 1996 a 2000; "vino muy joven, pero enseguida dejó claro que le gustaba llevar la voz cantante. Pero no solo en el césped. También en la caseta". Ya lo demostró en su etapa previa en el Ajax, cuando tomó las riendas del equipo ajaccied con tan solo 16 años y dos después, en 1995, bajo la mirada de Louis Van Gaal, alzó su primera Copa de Europa. Repetiría hazaña más tarde (1998), ya de blanco, y en dos ocasiones más (2003 y 2007) con la camiseta del Milan, en el que es el auténtico referente por más que Ambrosini porte el brazalete o Gattuso emane empatía a raudales. "Debería ser clonado", asegura su técnico, Massimiliano Allegri, que el pasado verano no tuvo reparos en desprenderse de una brújula como Pirlo y prefirió garantizarse por un curso más la continuidad del holandés, con 35 años en la cartilla y al que algunos ponían fecha de caducidad hace poco. "Nuestros jugadores se dividen en buenos y menos buenos. Ser joven o viejo cuenta hasta cierto punto. En los momentos de la verdad, él siempre aparece", zanjó el vicepresidente Adriano Galliani.
Desde que aterrizase en el club en 2002, en medio de los abucheos de una hinchada recelosa de su trienio previo en el Inter, Seedorf ha sido imprescindible para los técnicos del Milan. Lo fue para Carlo Ancelotti, que después quiso reclutarlo para el Chelsea; lo fue también para Leonardo, sucesor de Carletto; y lo es ahora para Allegri, que echa mano de él siempre que puede. El año pasado, por ejemplo, el antillano participó en 40 partidos del Milan: 30 de Liga (4 goles, 6 asistencias y 2.145 minutos), ocho de Champions y dos de Copa. Y en el presente ejercicio sus cifras también son categóricas. Jugó los 90 minutos de la Supercopa de Italia; en el calcio ha disputado seis encuentros -los seis como titular, cuatro de ellos completos y en los otros dos no bajó de los 70 minutos-, en los que ha dejado dos goles -uno decisivo contra el Cessena-; y en la Champions solo se ha perdido un choque, en casa, ante el BATE. En los otros tres partidos estuvo 90, 70 y 23 minutos sobre el césped, donde actúa con jerarquía. "En poco tiempo puede ser el técnico del Milan", augura su compañero Thiago Silva; "lo tiene todo: carisma, conocimientos... En realidad, ya es un entrenador sobre el campo. ¡No para de hablar!". "Es muy charlatán, a veces lo era demasiado", bromea Amavisca.
Seedorf dispone y ordena, pero su liderazgo no se reduce tanto a la cantidad de minutos que está sobre el tapete como a la incidencia que tiene en el juego. Sobre el césped, es la prolongación de Allegri, que lo sitúa por detrás de los dos puntas (Ibrahimovic y Pato, habitualmente) para no desgastarlo y que la pelota circule por sus pies. En la Liga ha participado en 306 jugadas (una cada 1,7 minutos), ha efectuado 404 pases (322 buenos, 82 malos) y arma la pierna derecha cuando se arrima al área (11 remates, uno cada 48 minutos). En Europa, sus cifras son similares: ha intervenido en 96 jugadas (una cada dos minutos), tiende a asociarse (115 pases, 90 buenos, 25 malos) e intenta ser definitivo (cuatro asistencias, una de ellas acabó en gol). Datos que adornan una carrera brillante, inocua al paso del tiempo, ante el que sí sucumbieron hombres como Redondo, Dhorasoo, Rui Costa, Emerson o Ronaldinho. Todos ellos tuvieron que emigrar. No Seedorf, amante del motor, las joyas y el teatro -no es raro verle en la Scala de Milán-, que se desenvuelve en seis idiomas y responde a uno de los frutos más perfeccionados del Milan Lab, la estructura de medicina deportiva y preparación física rossonera creada en 2002 por el club, donde hoy día le apodan Obama. Donde, con permiso de Il Cavaliere, él lleva la batuta.
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