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ELECCIONES 2011 | Las reacciones de los partidos
Columna
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Qué queda de lo mío

El PSOE ya ha aprendido a perder elecciones en Andalucía. Las pierde tan bien como las perdía Arenas en sus mejores tiempos. De un descalabro y sin ningún género de dudas; por tierra, mar y aire. Es un vuelco tan contundente, que con los resultados de ahora se está en el camino idóneo para perder las siguientes, las autonómicas del año que viene. A efectos contables, se está justo en la delgada línea que separa el presente varapalo del futuro batacazo. En Andalucía, los resultados dejan a sus dirigentes en la incertidumbre sobre si liarse a tiros ahora o dejarlo para después, aunque todo sugiere que habrá poco tiempo para la reflexión: apunten, disparen, fuego, que el que disparé el último se queda sin cargo.

Qué eficiencia, qué generosidad con el adversario, qué manera de cumplir a rajatabla el Manual de cómo perder elecciones. Vamos, que los socialistas se propusieron hace unos años que Arenas fuera el presidente de la Junta y lo van a conseguir. Y mira que era difícil el empeño. "No hombre no, que ya no quiero, que ahora me gustaría irme de ministro a Madrid", hubiera querido decir Arenas. "Pues no", parece decirla la ejecutiva del PSOE-A, "tu no querías ser presidente, pues toma dos tazas: te vamos a hacer presidente de la Junta y presidente del PP con más poder institucional que haya tenido nunca este partido en Andalucía".

La victoria del PP no es que sea aplastante, es apabullante. Han ganado las siglas sobre los candidatos, pero no deja de ser curiosa la resolución de algunas batallas. Por ejemplo, la derrota de Chaves frente a Teófila Martínez. Peor es la situación del PSOE en Almería, Málaga y Granada, jugando ya en una división menor. Sevilla ha sido la única provincia donde los socialistas han resistido el avance de los populares. En otras, empatan en el último minuto y de penalti injusto.

Si creen de verdad que los partidos políticos han hablado de empleo en estas elecciones, ahora nos vamos a enterar de lo que es preocuparse por un puesto de trabajo. Primero, con la remodelación de cargos en el Gobierno central, y luego con la que le va a caer en marzo en Andalucía. Si lo que ha ocurrido este domingo es tendencia -o sea, evidencia-, estamos en la antesala de un vuelco histórico en la EPA. Igual no bajan la lista del paro, pero se va a producir una eclosión de movilidad laboral sin precedentes. Coincidirá en el tiempo, el mayor ERE público de la historia del PSOE, con la mayor oferta de trabajo institucional que haya ofrecido nunca un partido político, el PP. Va a ser como la puerta de una gran fábrica a la hora del cambio de turno. Coincidirán miles de personas saliendo con miles de personas entrando.

Menos mal que el PSOE va a tomar nota de lo que le ha pasado. La misma que tomó después de las municipales, esa de que la culpa de todo la tiene la crisis. Ni siquiera la gestión de la crisis, ni de los 30 años de gobiernos ininterrumpidos, ni una tasa de paro del 30%, ni los ERE fraudulentos. Los socialistas han perdido 800.000 votos, que no los ha ganado el PP. Es gente desencantada y harta de un partido sin discurso ni ideas. Desde el domingo, también sin liderazgo. Ahora lo que sigue es ponerse a trabajar para que no haya sorpresas y Javier Arenas pueda ganar las elecciones andaluzas sin sobresaltos. No hay que cambiar el discurso, tampoco las ideas; ni los dirigentes de la ejecutiva regional, tampoco los de las ejecutivas provinciales; ni las medidas de Gobierno, tampoco los integrantes del Gobierno. Hay que seguir de éxito en éxito hasta la derrota final. Atrincherados cada uno en su cargo, o en su puesto, o en su liderazgo, o en su mediocridad. Salvando la parte del cuerpo que discurre debajo de la espalda. Y preguntando, de vez en cuando, "qué va quedando de lo mío". Porque haber, lo que se dice haber "de lo mío", empieza a ir quedando poco.

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