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Análisis:ELECCIONES 2011
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El Consell, ante sus propios desafíos

Miquel Alberola

La primera consecuencia del nuevo escenario político de España para el Consell es que el victimismo, que tanta rentabilidad política y electoral ha proporcionado al PP en la Comunidad Valenciana desde que el PSOE llegó a la Moncloa, es una herramienta obsoleta. El presidente Alberto Fabra necesita un nuevo discurso que le permita rentabilizar la sintonía con un Gobierno central de su mismo signo político y que sus resultados ratifiquen, como él mismo ha dicho estos días, "el ninguneo y el desprecio hacia la Comunidad Valenciana" del Ejecutivo socialista.

Para mantener la coherencia con los argumentos esgrimidos en estos años por el Consell, Fabra no solo deberá sostener el tono reivindicativo ante Madrid sino, además, tendrá que obtener logros. Y ese va a ser el primer problema, acentuado por la extrema situación económica. Habrá que ver si Mariano Rajoy está dispuesto a pagar al Consell los 8.300 millones de deuda histórica, si va a cambiar el sistema de financiación (que es el que en su día impulsó el PP y no tiene en cuenta que hay un millón más de valencianos) o si (a riesgo de incrementar la prima de riesgo) va a amparar bajo su manto los bonos patrióticos de la Generalitat con los reivindicados hispabonos. Necesidades, todas, urgentes para que el Consell pueda calmar el creciente malestar de los proveedores y paliar las consecuencias de su deuda de 62.366 millones de euros.

El victimismo, que tanto rentabilizó el Gobierno valenciano, ya es un instrumento obsoleto
Ahora urge que Fabra refuerce su posición en Madrid para decidir en asuntos como Bankia

Y lo mismo hay para el resto de banderas levantadas y agitadas por el Consell, especialmente en el apartado de los trasvases, donde los anhelos del PP valenciano chocan con los intereses de influyentes líderes regionales populares y con las exigencias medioambientales de la Unión Europea. Como consecuencia, Fabra deberá reposicionar el discurso de la Generalitat respecto a los trasvases y sus alternativas, como las desaladoras que impulsó el Gobierno socialista, a las que el Consell denostó, caricaturizó y boicoteó sin cuartel. Además, antes de que se le vuelva en contra, tendrá que reconducir la insurrección de regantes que ha alentado y nutrido en las comarcas del sur de Alicante para desgastar al PSOE.

Por lo demás, el fin de la asimetría con el Gobierno central, que hasta ahora ha supuesto un plus de competencia para el Consell, a partir de hoy le plantea riesgos inversamente intensos. Del mismo modo que el PSPV en la oposición ha acusado el desgaste del PSOE en la Moncloa, ahora los errores o ineficiencias de Mariano Rajoy (asándose en la parrilla para satisfacer la voracidad de los mercados) repercutirán de pleno en el Gobierno valenciano. Es decir, el PP de la Comunidad Valenciana se somete a probar su propia medicina, y en un momento en que la falta de liquidez le impide amarrar colectivos sociales y fidelizar sufragios.

Pero, sobre todo, en la agenda de Fabra se cuela un asunto prioritario: hacerse sitio en la estructura del PP como barón nacional y hacerse valer para arreglar los problemas derivados del vacío de un antecesor (Francisco Camps) noqueado por sus circunstancias judiciales y desacreditado ante el partido. En esa situación de falta de autoridad en el Consell, Caja Madrid (Rodrigo Rato, con el apoyo de Génova) se hizo con la principal entidad financiera de la Comunidad Valenciana, Bancaja. Algo que, por ejemplo, Alberto Núñez Feijóo no ha permitido con Caixa Galicia.

Las consecuencias de esa operación saltan a la vista. En la estrategia del presidente de Bankia, el mayor representante de Bancaja, José Luis Olivas, será sustituido por alguien con un perfil más ajustado a los intereses de Rato y el grupo de empresarios que lo orbitan. El reto de Fabra, aprovechando el respaldo que le dan los resultados obtenidos por el PP en la Comunidad Valenciana ayer, es dar un puñetazo sobre la mesa en Génova, hacerse oír ante Rajoy y decidir el nombre del futuro vicepresidente de Bankia para que los proyectos y empresarios valencianos sean prioritarios para la entidad. Y deberá darse prisa porque algunas mechas ya corren hacia la carga, como en el caso del desguace del Banco de Valencia, en el que uno de sus más suculentos bocados, Aguas de Valencia, podría correr el riesgo de dejar de ser una empresa de capital valenciano para diluirse en la nebulosa de tejemanejes de Madrid. Desde hoy, la tarea de Fabra va mucho más allá de definir la tarea del Consell y su eventual remodelación.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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