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Crítica:crítica | danza
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un uso poético del desnudo

El bailarín y coreógrafo canario Daniel Abreu ha escalado con comedimiento el formato de espectáculo de escala media y ocupa con dignidad la sala verde del Canal. Hasta ahora había propuesto eficaces solos y dúos, algunos más teatrales que otros en los que resaltaba ya su concentración su voluntad expresiva, más que de contar una historia concreta, tejer hacia el espectador un lazo cognitivo. En Animal se embarca en un universo a la vez teórico y gestual, de fuerza y de contrastes. No faltan las sutiles citas antropológicas como el carnaval o la lucha, pero en ambas hay distancia y hasta un cierto deje burlesco o de ironía. En la lucha, que aparece más de una vez y se yergue, escultórica, como imagen final, se gana gravedad, impulso corporal y riesgo, metaforiza la supervivencia y usa del desnudo más allá de la recurrencia a que nos tiene acostumbrados la danza contemporánea a la moda; se puede hablar de apoyatura poética en el cuerpo. La intención va más allá, se trata de un desnudo emocional y costoso para los artistas, que les implica en esa resultante plástica sin edulcorar.

ANIMAL

Coreografía y escenografía: Daniel Abreu; luces: Irene Cantero; vídeo: Marc Ortiz; texto: Marina Wainer. Festival Madrid en Danza. Teatros del Canal. Hasta el 19 de noviembre.

La escenografía a base de elementos orgánicos (estratos volcánicos para el suelo y raíces aéreas despojadas de vida) insiste en la calidad material pegada a la tierra. Es precisamente ese trabajo de suelo el que aparece mejor resuelto en los grupos. Más que animalario, hablaríamos de bestiario y ya en sus solos precedentes, si quisiéramos encontrar una consecución estilística, estaba el arbolito y el cuerpo como huellas de una cierta escatología no agresiva y persistente.

Quien con justicia se llevó los más calurosos bravos es la bailarina Dácil González; su capacidad camaleónica, su movimiento ondulante lleno de intenciones y la ironía que despliega en su diálogo, la revelan como una artista madura y eficaz.

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