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ELECCIONES 2011 | La izquierda de la izquierda
Columna
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20-N: ¿Qué cabe aguardar?

El lastre resulta demasiado pesado incluso para un buen candidato como lo es, sin duda, Rubalcaba. Lo que se dirime el domingoes la mayoría absoluta de Mariano Rajoy. Todo un símbolo de perseverancia y aguante. Y una esperanza para muchos que, me temo, se dejan llevar más con el corazón que con la cabeza.En esta crisis, España ha sido extraordinaria sobre todo en dos cosas: en la caída de la recaudación tributaria y en el incremento de la tasa de paro. Ningún país ha experimentado empeoramientos similares en ambos frentes.

Nuestros problemas con el déficit público tienen que ver, sobre todo, con los ingresos fiscales extraordinarios que proporcionaba la burbuja inmobiliaria. Millones de compraventas al año que dopaban la caja del tesoro y nublaban la vista de los gobiernos a la hora de introducir poco meditadas rebajas fiscales y soslayar la lucha contra el fraude fiscal. Cuando esos ingresos extraordinarios se evaporaron, vimos al rey desnudo. Para mí, esta es la principal crítica que cabe hacerle a Rodríguez Zapatero en el terreno de la gestión económica.

Ninguna reforma laboral, por agresiva que sea, va a ser capaz de que volvamos a una tasa de paro del 10%

El malestar de cinco millones de personas y sus familias tienen que ver con otras causas. Fundamentalmente, la especialización productiva de la economía española, el pinchazo de una burbuja inmobiliaria que acogía a cientos de miles de trabajadores inmigrantes y, en fin, una cultura empresarial miope en lo que se refiere a la gestión de los recursos humanos y en las antípodas de la que se practica en Alemania, por ejemplo. En el caso del paro, la responsabilidad global del Gobierno hoy en funciones es menor.

¿Qué cabe aguardar de un Ejecutivo encabezado por Mariano Rajoy en el terreno económico? En el primero de los frentes señalados, la cosa está clara: recortes de gasto. Lo han dicho por activa y por pasiva. El equilibrio de las cuentas públicas a corto plazo no va a venir por el lado de los ingresos. Y esos recortes lo sufrirán la nómina de los empleados públicos, los pensionistas, los parados y la inversión pública. En general, el horizonte no pinta nada bien para los servicios públicos. Sigue siendo un misterio (relativo) para mí que votantes de rentas modestas, que dependen en mayor medida de la provisión pública de servicios, estén tan ansiosas de un cambio de gobierno que prefiere recortar servicios antes que actuar contra los que no pagan los impuestos que deben y hacer que paguen más los más ricos.

Y digo lo de relativo porque, en realidad, la situación se entiende cuando se observa lo bien que han diseñado el marco interpretativo de la realidad desde la derecha y lo mal que lo ha hecho la izquierda. El clímax se alcanza viendo a Zapatero defender que la supresión del impuesto de patrimonio beneficia a las clases medias y cuando escuchamos a unos y a otros que el impuesto más progresivo, el que grava las herencias, es una pesada carga para las familias modestas.

Respecto al paro, me temo que ninguna reforma laboral, por agresiva que sea, va a ser capaz per se de hacernos volver a una tasa del 10% en una legislatura. En el mercado de trabajo se pueden y deben hacer cambios legislativos para que sea más racional y funcione mejor. Pero creer que 10, 20 o 50 páginas del BOE van a arreglarnos el problema es de ilusos.

En definitiva, o cambia radicalmente y en positivo el entorno económico europeo (tanto por lo que atañe a nuestras exportaciones como en lo que se refiere a ataques especulativos) y se nos suaviza el ritmo de consolidación fiscal (por ejemplo, ampliando a 2015 el momento en el que llegar al 3% de déficit) o lo que cabe esperar con un Gobierno del PP para la próxima legislatura es más sudor, sangre y lágrimas con futuras recompensas inciertas.

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