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Los conflictos de la sanidad

"Que gane las elecciones el que sea, pero que arreglen esto"

Alaveses tienen que viajar 90 kilómetros para ir al médico

La confusión y el enfado reinan en Oyón, uno de los municipios vascos afectados por el conflicto que enfrenta a La Rioja y Euskadi desde hace semanas, cuando se conoció que el Gobierno riojano había decidido en septiembre no atender a los pacientes de La Rioja alavesa, excepto en los casos urgentes. Eso está obligando a los habitantes de La Rioja alavesa a desplazarse a Vitoria, a 90 kilómetros, porque el Hospital San Pedro de Logroño, a cuatro, ha cerrado sus puertas para ellos.

En este tranquilo pueblo entre viñedos, la pelea sanitaria es el monotema. Más aún desde ayer, ya que Oyón tiene a su alcalde, enfermero del centro de salud de la localidad, Rubén Garrido (PP), apostado frente a la sede del Gobierno riojano en Logroño y en huelga de hambre para exigir una negociación que solucione el problema. Por la noche, más de un millar de personas de toda La Rioja alavesa se concentraron en la plaza del pueblo para recordar que "con la salud no se juega, los pacientes no somos una moneda de cambio" y para exigir que las dos comunidades negocien, aunque ambos Gobiernos negaron que haya reuniones en la agenda.

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"Que gane las elecciones el que sea, pero que arreglen esto", resume Obdulia Pintor, que, a la espera de ser operada de cáncer, ha sido derivada a Vitoria. Teme que, si la operan en la capital vasca, también la obligarán a seguir la quimioterapia allí, lo que obligará a su hijo a faltar al trabajo muchos días. Y es que las personas mayores son las que más problemas están encontrando y hay quien alerta de que muchos dejarán de ir al médico.

Pero no solo los jubilados tienen problemas. Maider, una joven trabajadora de 30 años, explica que, aunque su historia está en el hospital de Logroño, la pasada semana tuvo que levantarse a las seis de la mañana para ir a la consulta del oftalmólogo en Vitoria a las ocho, lo que supuso que tanto ella como su acompañante pidiesen la mañana libre en el trabajo porque ella no podía conducir con las pupilas dilatadas.

Otra mujer de 47 años, que mantiene su nombre en el anonimato porque en el trabajo no saben que está enferma, explica: "Tengo un empleo precario en el que si pides muchos permisos te vas a la calle. Y me tienen que operar de tromboflebitis, pero en septiembre me dijeron que tenía que hacerlo en Vitoria". Ahora tiene que pedir a Logroño pruebas que se le practicaron en el pasado, pero asegura que no quiere ir a Vitoria: "No quiero ir porque no quiero que otras personas de mi familia tengan que hacerlo".

A las mujeres embarazadas las atienden desde hace un año "solo cuando van a dar a luz y cuando se enteran de que somos vascas te miran con mala cara", asegura Eva Apestegui, madre de un pequeño de 11 meses.

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