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ELECCIONES 2011

Una campaña nada ciudadana

Todos los partidos evitan actos en que puedan quedar expuestos a las quejas de los electores - La estrategia se ha acentuado tras la irrupción del 15-M

Hace cinco años, el último día de la campaña de las autonómicas de 2006, José Luis Rodríguez Zapatero, acompañado de su esposa, Sonsoles Espinosa, se zambulló por las calles de Santa Coloma de Gramanet, donde fue agasajado por los vecinos. Con el baño de masas se pretendía dar un empujón final a José Montilla en su carrera para que el tripartito revalidara su presencia en la Generalitat. Un lustro da para mucho: no solo Zapatero no estará hoy en el mitin estrella del PSC, sino que Alfredo Pérez Rubalcaba tiene una agenda tan sobria como poco colorista: una reunión con los sindicatos, una comida en un hotel con un colectivo de mujeres simpatizantes del PSC y un mitin final en el Fórum, en Barcelona.

El encorsetado programa, que rehúye el contacto directo con la ciudadanía, no es exclusivo de los socialistas. Todos los partidos sin excepción evitan cuanto pueden actos que comporten riesgo de quedar expuestos a las quejas de los electores. Se han acabado las visitas a los mercados, los paseos por las plazas y las puertas de los colegios. Y los contactos con los periodistas que cubren las campañas son mínimos.

La tendencia arrancó en las elecciones municipales de mayo por la explosión del 15-M y se ha consolidado en estas generales tras el intento de asalto del Parlament por parte de grupos de indignados. Para muestra, un botón: en 2006, Montilla, por ejemplo, incluyó en su agenda un viaje en metro, y en 2010, los mítines exprés, consistentes en dar un discurso en cualquier parte sin cita previa. Eso ha pasado a mejor vida: la socialista Carme Chacón solo ha visitado el Parque de Investigación Biomédica y una empresa de Cornellà. Tras ellos, aceptó un breve contacto con la prensa.

CiU sigue la misma línea: actos en lugares cerrados para explicar su programa sectorial y desayunos en hoteles y almuerzos. Josep Antoni Duran Lleida acepta al final de los mitínes, si es que ha lanzado alguna andanada, repetir las frases en castellano. El Partido Popular ha sido más osado. El candidato Jorge Fernández Díaz se ha paseado por dos mercados: por el de Collblanc y el lunes por el de la Boqueria junto con Alberto Ruiz-Gallardón, una de las caras más amables del PP.

La mayoría de los actos se celebran ante un público afín para evitar protestas del 15-M o de trabajadores en empresas en crisis. Aun así, ni Mariano Rajoy ni Rubalcaba se han librado de ellas.El líder popular, por ejemplo, abrió la campaña en Castelldefels y se topó con un centenar de afiliados del sindicato CGT que, a las puertas del pabellón, hacían campaña por la abstención. Rubalcaba, en Sabadell, en un mitin de precampaña, se encontró con una pequeña concentración del 15-M. El acto se celebró un día después de las manifestaciones de indignados en todo el planeta. El candidato socialista no mencionó el acontecimiento.

Los partidos han programado actos con la militancia y Esquerra (ERC) e Iniciativa (ICV-EUiA) no son una excepción. Las dos formaciones estrenan candidato y tampoco han prodigado mucho su contacto con los ciudadanos. Casi es un arma de doble filo: el republicano Alfred Bosch y el ecosocialista Joan Coscubiela son rostros menos conocidos y corren menos riesgos de sufrir críticas en público. Pero también pueden vivir momentos incómodos: es lo que le pasó a Bosch, que visitó el mercado de Sant Antoni de Barcelona y fue eclipsado por el concejal de ERC por Barcelona Jordi Portabella, mucho más conocido entre los tenderos.

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En uno de los actos más originales de la campaña, Bosch tomará hoy un tren en Sants. Eso si: solo hasta la Sagrera, informa Ivanna Vallespín. Los dos partidos han optado por reunirse con sus votantes potenciales. ERC se reunió, como han hecho religiosamente todas las formaciones, con patronales y sindicatos, y los ecosocialistas ampliaron su radar al colectivo de mujeres, homosexuales y jóvenes.

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