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ELECCIONES 2011 | Los mítines

Mariano Rajoy recaba el esfuerzo final de los baltaristas

Baño de masas en Ourense del líder del PP, que vaticina "tiempos difíciles"

Mariano Rajoy teme morir de éxito electoral. En la tierra de la abundancia de los votos del PP, el candidato a la presidencia del Gobierno por este partido exorcizó ayer el canto de la victoria de los sondeos llamando a los suyos al descreimiento. Ante los dos Baltar (el presidente de la Diputación y su hijo, el presidente provincial del partido) y ante los alcaldes de la provincia, Rajoy, en un encuentro con la directiva provincial en la sede del PP, restó valor a las encuestas y conminó a los suyos a trabajar el voto como suelen hacerlo. Puerta a puerta. Todos los días. Fueron las únicas palabras del candidato en su jornada electoral ourensana. Tampoco ayer admitió preguntas de los periodistas. Ni desveló ni una línea de su programa. Ni siquiera ante la directiva (que se reunió a puerta cerrada), a la que solo alertó de los "difíciles tiempos" que se avecinan y a la que pidió prudencia y humildad ante la holgada mayoría que le atribuyen las encuestas. "Partimos cero a cero", arengó a los dirigentes ourensanos de su partido espoleando la habilidad captadora de votos de los fieles a Baltar.

Dos indignados con disfraces fueron echados por el gentío "a trabajar"

El aspirante del PP a la presidencia del Gobierno llegó a Ourense a media tarde acompañado del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Con un José Luis Baltar ya en retaguardia, su hijo José Manuel Baltar Blanco ofició de cicerone de sus jefes de filas en un largo paseo por las calles del centro de la ciudad bajo una lluvia intensa y una marabunta de paraguas pugnando por acercarse al de Rajoy.

El baño de masas bajo la lluvia era de tal calibre que impedía caminar a la comitiva. Baltar la empujó hacia el edificio Simeón y metió a Rajoy y a Feijóo en el centro cultural que asisten 33 porteros. Los dirigentes gallego y nacional del PP entraron por una de las tres puertas y salieron por otra. Fue un atajo.

De nuevo en la calle, Rajoy besó a señoras y a niños, saludó a discapacitados, estrechó manos y hombros a los varones y tuvo que parapetarse en el interior de la carpa del PP cuando dos jóvenes indignados, ataviados con disfraces de pollo y vaca, le pidieron a gritos que explicase su política "de recortes". Los paraguas, cerrados, del séquito del candidato echaron hacia atrás a los únicos dos díscolos de la multitud y un agente del orden les requirió que se identificaran mientras el gentío entregado a su líder clamaba "presidente, presidente, ¡viva España!" y conminaba a los dos jóvenes a "trabajar" y los tildaba de maleantes.

El granero de votos del PP se entregó al raudo paseo de Rajoy bajo la engorrosa lluvia mientras la megafonía de los coches del PSOE anunciaba el mitin en el que, a escasos metros de la sede provincial del PP, participaba el expresidente del Gobierno Felipe González.

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Durante el paseo por la ciudad, nadie de la entregada multitud que suspiraba por acercase a Rajoy preguntó al aspirante del PP a la presidencia por una sola de sus propuestas. Él anunció a los suyos, en la breve reunión de la directiva, que lo que toca a partir del 20-N "es gestionar".

NACHO GÓMEZ

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