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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El calificador calificado

Las agencias de calificación de riesgo cargan con el pesado lastre de nombres estrafalarios. Por ejemplo, trabajar en una firma llamada Moody (malhumorado, caprichoso, cascarrabias) avinagra al analista más ecuánime, pero describe perfectamente la actitud de la agencia ante el activo que califica. ¿Y Standard & Poor's? Es como si una inmobiliaria se llamase quiebra, mal comparado (o quizá bien, quién sabe). Con esos nombres, tienen que ganarse el respeto siendo más rigurosos en el rigor y más eufóricos en la bonanza. Antes de 2009, bendijeron con entusiasmo todo activo tóxico que pasaba por sus manos; después de la crisis, a toro pasado, ni el oro de Fort Knox les parece solvente. Degradan deudas soberanas y empresas privadas por cualquier minucia, porque el arte del análisis para los Fitch, S&P y Moody's consiste en recalcar lo obvio y nadar a favor de la corriente. No acertarán con el cambio de tendencia económica y financiera, que es por lo que reciben sus pingües honorarios, pero en hacer leña del árbol caído, los primeros.

Dice la Comisión Europea que han terminado los tiempos de la arbitrariedad y el "uso y abuso del poder que tienen" las agencias (las calificaciones cuestan muchos millones de euros a los países analizados). En el nuevo reglamento anunciado por el comisario Michel Barnier, las agencias podrán ser denunciadas si el cliente se considera engañado y se limitará la calificación de la deuda de los países rescatados. Es un avance pequeño (¿quién definirá "engaño"?), pero avance, al fin y al cabo. Porque si un país se somete a penosos recortes de gasto público y sus ciudadanos aceptan vivir como galeotes para ganarse la confianza de los inversores (o sea, los brokers que gestionan los fondos de inversión o de pensiones desde despachos acolchados en Londres), ¿a santo de qué van las agencias de rating o de errating a calificar una causa juzgada?

Mucho malpensado calcula que las calificadoras se beneficiaron dando hisopazos a las subprime y se benefician ahora execrando a las deudas y activos mediterráneos. Cosas de profecías autocumplidas. Hartas de ataques y cuchicheos, las tres grandes han amenazado con dejar de calificar a los países con mayor riesgo. No caerá esa breva. Es el pueril "¡pues ahora no respiro!".

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