Fabra busca la reválida de las bases
El dirigente regional del PP utiliza el 20-N para tomar las riendas del partido
Si alguien piensa que los candidatos son los que más kilómetros recorren durante la campaña electoral, se equivoca. Al menos en el caso del Partido Popular, porque quien se ha echado la campaña encima de los lomos es el presidente regional y jefe del Consell, Alberto Fabra.
Con una campaña marcada por la austeridad y de baja intensidad para no asustar al electorado centrista, Fabra se ha lanzado a una frenética carrera para visitar todas las comarcas a un ritmo de tres mítines diarios, tras cumplir por las mañanas con su actividad institucional.
¿Por qué lo hace? El propio Fabra ofreció la respuesta en una comida mitin celebrada el pasado miércoles en Llíria. "Tenemos que seguir siendo un partido de referencia. Os pido que sigamos siendo la mayor y la mejor referencia en el PP", argumentó Fabra. "Hemos llevado la bandera durante la travesía del desierto y, gracias a ese esfuerzo e imagen, el PP ha seguido siendo referencia a nivel nacional", añadió.
El jefe del Consell exige a su partido que supere el récord de votos de 2008
Fabra quiere evitar que se diluya la influencia que tuvo el PPCV en España
El líder popular recorre todo el territorio con tres actos diarios
Un alto cargo del PP explica lo que el presidente regional y de la Generalitat no cuenta en público: "La gestión de Francisco Camps dejó la estructura rota y descabezada y ahora hay que recomponerla. Y eso pasa en medio de la ola de crecimiento del partido, con liderazgos pujantes como los de Dolores de Cospedal, Luisa Fernanda Rudi, Antonio Basagoiti o la propia Alicia Sánchez Camacho".
Con esa explicación se entiende mejor la apelación de Fabra a los cuadros de la comarca de Camp de Túria. "Ahora que hay otros mítines multitudinarios [del PP] tenemos que demostrar que seguimos siendo la referencia. Siempre hemos transmitido a nuestro líder la fuerza del PP de la Comunidad Valenciana. Es más, Mariano Rajoy lo necesita", aseguró Fabra, que añadió: "¡Llenemos esa plaza de toros!".
El dirigente de los populares valencianos ha exigido a sus militantes 1,5 millones de votos en estas elecciones generales. Es una exigencia de máximos, que superaría el récord de 1.415.793 votos obtenidos por el PP en las generales de hace cuatro años, en las que perdió Rajoy frente a Zapatero, y que el ex presidente Francisco Camps exhibía como vitola de su poderío en el PP estatal. Y esa es otra de las razones de la intensa actividad desplegada por Fabra. El presidente de los populares valencianos tiene que revalidarse ante sus bases.
Para llegar a la cifra de 1,5 millones de votos, Fabra necesita tirar de una estructura descabezada por la corrupción pero todavía bien engrasada -el secretario general Antonio Clemente y el vicesecretario y consejero de Educación, José Ciscar, se han ocupado de ello en los últimos meses- e intentar atraer a nuevos votantes de entre los jóvenes o de entre los desencantados con el PSOE.
El diseño de campaña que sigue Alberto Fabra tiene una pauta definida. Cada día se elige una provincia. La jornada se inicia con un almuerzo, a media tarde un acto vespertino y, para terminar, un mitin antes de cenar. En la agenda se encaja, siempre que sea posible, un acto con el cabeza de lista de la circunscripción -Federico Trillo en Alicante, Esteban González Pons en Valencia y Manuel Cervera en Castellón-. El recorrido diario de Fabra incluye el encuentro con los cuadros y la militancia comarcal y local y, si la estructura local está en condiciones de montarlo, un acto sectorial, bien con empresarios, bien con jubilados, o cualquier otro colectivo.
La crisis ha obligado, como les ha ocurrido al resto de partidos políticos, a pensar en actos de pequeño formato (unas 200 o 300 personas). Las comidas-mitin, que paga de su bolsillo cada militante, se han resentido porque no a todo el mundo le va bien desembolsar los 20 euros que puede costar el ágape con el flamante presidente de la Generalitat. Y los actos con colectivos ya clásicos en los partidos de masas, como los jubilados, también han menguado por las restricciones económicas. "Le dije al alcalde de Moncada que la merienda os la diesen luego de los discursos, porque si no, no nos escuchan", confesó el pasado miércoles el presidente provincial del PP y de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus.
Si el discurso de Fabra dirigido a los cargos y la militancia del PP ha sido casi monotemático en la primera semana de campaña -"¡Quiero una plaza de toros llena, a rebosar, con gente fuera! ¡Tenemos que demostrar que somos un partido fuerte!"-, el argumentario dirigido al electorado en general no es mucho más variado. El paro es, para el presidente de la Generalitat como para el resto de cargos y candidatos del PP, el mantra repetido una y otra vez, siempre adornado con los agravios de que ha sido víctima la Comunidad Valenciana por parte del Gobierno socialista.
El equipo que acompaña al presidente de la Generalitat, a pesar de las limitaciones que marca la crisis económica, se muestra satisfecho. Las reacciones de la gente y, lo que es más importante, de los afiliados es buena. En los mítines Fabra ya recibe gritos de "¡guapo, guapo!" y "¡presidente, presidente!" y parece que las percepciones son buenas. Los afiliados piden fotografiarse con él, aunque es menos conocido que Esteban González Pons o el propio Alfonso Rus, pero es cuestión de tiempo que sea al revés.
"Al que queremos escuchar es al presidente"
"No voy a estar mucho rato, porque al que queremos escuchar es al presidente". La frase es del cabeza de lista al Congreso por Valencia, Esteban González Pons, en uno de sus recientes mítines. Gestos similares han hecho el número uno por Alicante, Federico Trillo, y su homólogo por Castellón, Manuel Cervera. Todos ellos, más pendientes de Génova que del Palau de la Generalitat, han contribuido a dejar claro que quien manda en el PP regional no es otro que Alberto Fabra. "Aunque le tengamos aprecio, Camps ahora solo es un militante más", admite una parlamentaria.
Esta sensación ha calado en los cuadros del PP que saben, además, que el año que viene se abrirá un largo proceso de congresos que propiciará una renovación notable.
En la provincia de Alicante, el todavía presidente José Joaquín Ripoll está amortizado por la corrupción y la alcaldesa de la capital, Sonia Castedo, está lastrada por el mismo motivo. En esas condiciones, dos de los cargos más activos en esta campaña electoral en la provincia de Alicante han sido la número tres de la lista, Macarena Montesinos, que está bien considerada en Madrid, y el vicesecretario del PP valenciano, José Ciscar. La salida de Camps ha permitido reducir en muy pocos meses las tensiones y mejorar el clima interno de los populares.
En Valencia, el presidente provincial y de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, se ha realineado tras quejarse de no haber sido tenido en cuenta en el proceso de sustitución de Camps por Fabra. Rus se ha distanciado del portavoz parlamentario, Rafael Blasco, y se ha volcado en poner la estructura provincial al servicio de la campaña de Esteban González Pons y del presidente regional.
Una campaña en la que también ha entrado el consejero de Gobernación, Serafín Castellano -uno de los pocos miembros del Consell con influencia en el partido-. La posibilidad de que Castellano aumente su influencia -en pleno debate sobre el futuro de las diputaciones-, como la posibilidad de que haya otra candidatura en el próximo congreso provincial, han hecho que Alfonso Rus mantenga la guardia alta.
En la provincia de Castellón, tan solo quedan las anomalías propias de la transición. Las exigencias del presidente provincial, Carlos Fabra, han complicado en algún acto de campaña el protagonismo que se le quiere dar al presidente de la Diputación, Javier Moliner, pero fuentes del partido dan por hecho de que todo será cuestión de tiempo, ya que quien mejor representa los intereses de Castellón ahora es el propio presidente de la Generalitat valenciana.
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