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PATÉ DE CAMPAÑA | ELECCIONES 2011
Columna
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Dejad que los niños se acerquen a mí

Jornada dedicada a los niños de los militantes y simpatizantes del PP. Se celebra en un local de juegos infantiles de Barcelona, una ciudad que ha expulsado a las criaturas de la calle para entregar la calzada a los coches y las aceras a las motos y los excrementos de los perros. No es cosa del gobierno de Trias y Fernández; Clos y Hereu ya consintieron todo y más en este asunto. El caso es que ahora se ha privatizado hasta el espacio de ocio de los críos.

El local se halla en el Eixample y la gente que acude lo hace en coche, por lo general. Hay un problema: una furgoneta (la de la megafonía del PP) se halla aparcada en la acera (la mitad) y en el carril para autobuses (el resto). Para colmo, obliga a los asistentes a una maniobra forzada para entrar en el aparcamiento (también privado) más cercano. Algún coche incluso se pasa y tiene que dar una vuelta. Uno de ellos, sin embargo, no comparte los valores cívicos que defienden los hermanos Fernández Díaz. Ni corto ni perezoso, hace que el Mercedes dé marcha atrás unos 20 metros por el carril bus, y con tres críos en el asiento trasero. Toda una lección cívica para las criaturas. ¿O será que lo del respeto a las normas sólo rige para los inmigrantes pobres de Badalona?

Jorge Fernández sigue afónico y Alicia Sánchez-Camacho explica que hablará ella: él no puede "por prescripción médica". Está también el segundo de la candidatura, Jorge Moragas (pura elegancia desmañada de la zona alta). Tampoco habla, aunque no está afónico. En algún momento, el micrófono se desmocha. Ella intenta arreglarlo, pero no es ese el papel tradicional asignado por la derecha a la mujer, de modo que son ellos quienes lo hacen. Ni siquiera necesitaron herramientas.

Pero el encuentro no era para hablar de niños, sino de familias (que incluyen también a los mayores). Gran apoyo declarado. Y una promesa: se ampliará en cuatro semanas "el permiso de paternidad" cuando se haya salido de la crisis y el Ejecutivo disponga de dinero suficiente. Como decían los clásicos, ad calendas graecas.

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