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Reportaje:

Más jóvenes, más insolentes

Los maratonianos kenianos rompen récords semana tras semana

Carlos Arribas

Al ganar el domingo el durísimo maratón de Nueva York -cuánto puente, cuánta cuesta- con un tiempo de 2h 5m 5s, el keniano Geoffrey Mutai cerró espectacularmente un círculo que había abierto él mismo en abril al ganar el de Boston: conseguir que en los cinco grandes maratones -Londres, Chicago y Berlín entran en la lista también- atletas kenianos batieran el récord de cada recorrido. En uno de ellos, el de Berlín, incluso Patrick Makau batió el récord del mundo. Va tan rápida ya la carrera que en los últimos 10 años se ha batido cinco veces la plusmarca y la de 2h 5m 38s de Jaled Januchi que asombraron en 2002 ya no es solo dos minutos más lenta que la actual, sino que sería solamente la séptima marca de 2011. Día a día, batir la barrera de las dos horas parece menos imposible.

"El maratón ha cambiado", dice Miguel Mostaza, mánager de atletismo; "antes lo corrían solo los que, llegados a veteranos, veían que no rascaban nada en los 5.000 metros o los 10.000. Ahora hay jóvenes que ya preparan desde pequeños la larga distancia. Corren de forma más agresiva. Son insolentes, no tienen miedo y sí mucha calidad".

Paralela a la mejora de las marcas, la edad media de los 20 mejores maratonianos ha descendido en la última década: si la de las 20 mejores marcas ha bajado de 2h 7m 14s en 2002 a 2h 5m 39s en 2011, la edad ha bajado de 30 a 27 años. Arturo Casado, atleta madrileño, ya lo constató en un viaje a Kenia el pasado invierno: chavales de 18 a 20 se entrenaban masivamente para el maratón rompiendo con una convención que sostenía que cuerpos tan tiernos no podían con esa distancia. "Pero hay que tener en cuenta que un chaval keniano de 18 años ya lleva al menos 10 corriendo 15 kilómetros diarios", dice el fisiólogo Alejandro Lucía; "ya cuentan con la base suficiente para poder asimilar las cargas y que su cuerpo se adapte a los cambios metabólicos. Pero, claro, esto no vale para los europeos por su infancia diferente".

Las razones del cambio, la afición de los jóvenes por una distancia de viejos, tienen una base económica. La pista da cada vez menos dinero -"puedes correr un 5.000 en menos de 13m y no sacar ni un euro, pues se cobra por puestos", dice Mostaza, "y no hay dinero para todos"-, pero sí lo dan las carreras populares, que buscan siempre grandes figuras para convertir la cita en una fiesta de miles de participantes, como los 45.000 a que está limitado el de Nueva York.

"En maratón, aparte de los premios fijados por puestos, hay bonus según el tiempo conseguido y también incentivos personales", explica Mostaza; "otra cosa es que los maratonianos se quemen antes, pero con lo que ganan en dos años de maratón al más alto nivel ya tienen para vivir bien en Kenia toda la vida".

Geoffrey Mutai.
Geoffrey Mutai.DON EMMERT (AFP)

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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