Miedo escénico
Jorge Valdano escribió un libro que se llama Cuento donde relata la historia de un portero de su misma localidad que paró un penalti, pero se metió en la portería para coger la gorra con el balón todavía en la mano. El oficio de portero ha sido siempre muy ingrato, por eso hay muy pocos que han pasado a la historia por una buena parada, mientras demasiados perdieron su prestigio por una salida en falso, un resbalón en la hierba o simplemente, como el protagonista del relato, porque se les olvidó la gorra junto a la red. El escritor Eduardo Galeano decía que los porteros "están condenados a mirar el partido de lejos. Sin moverse de la meta aguardan a solas, entre los tres palos, su fusilamiento". Y recordaba un hecho evidente: "Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna".
En el año 1984 el Real Madrid y el Anderlecht se enfrentaron en la tercera ronda de la antigua Copa de la UEFA. El partido de ida, jugado en Bélgica, se saldó con una victoria local por tres goles a cero. Durante los días previos al partido de vuelta, le hicieron una entrevista a Valdano para hablar del choque y éste le dijo al periodista una frase que ha pasado a la historia: "El rival tendrá que enfrentarse al miedo escénico de jugar en el Bernabéu". Luego ocurrió lo que adelantó el futbolista argentino. El Anderlecht fue vapuleado y acabó sucumbiendo por seis goles a uno. A partir de ahí, el Madrid añadió un nuevo atributo a su historia como club, el miedo de los rivales a jugar en su campo.
Desde hace tres décadas, el PP ha acudido a las elecciones con el miedo escénico de enfrentarse al PSOE en Andalucía. Daba igual los resultados que conseguía en España o en otras comunidades autónomas, ponía un pie en esta comunidad y el equipo se venía abajo. Era igual que lo mismo era la experiencia del capitán, aparecer con nuevos fichajes, las rotaciones en las listas, incluso las victorias parciales en las municipales. Llegaban las autonómicas y volvían a perder por goleada. Andalucía fue durante mucho tiempo al PSOE lo que el estadio Bernabéu al Madrid, un granero lleno de triunfos. Aunque con una frase menos poética que Valdano, Felipe González certificó en un mitin en el año 1995 lo que significa el PP como rival del PSOE en Andalucía: "Si los socialistas ganamos las elecciones no es solo por méritos propios, sino también porque los otros son malos de cojones".
Si al PP le podía el miedo escénico en Andalucía, su líder, Javier Arenas, era la viva imagen del eterno portero de fútbol condenado a mirar el mismo partido, a veces como protagonista, otras desde lejos, sin moverse de la presidencia del PP andaluz y esperando cada cuatro años a que le metieran un nuevo gol en las urnas. O sea, su fusilamiento político y su desgracia eterna.
Como no hay nada que más de 30 años dure, ni en el fútbol ni en la política, hete aquí que el miedo escénico se ha disipado en Andalucía y el PP acude a las próximas elecciones con todas las ventajas frente a un equipo rival cansado, algo desmotivado, bastante desorientado y con menos moral que el Alcoyano. Uno tiene la sensación de que durante los últimos años los dirigentes del PSOE en Andalucía han sido como el portero del cuento de Jorge Valdano. Después de algunas elecciones donde lograron parar el penalti en el último minuto, todo hace indicar que en esta ocasión se van a meter en la portería para coger la gorra con el balón en la mano. Quizás sea la querencia, o los recuerdos de un tiempo en los que los socialistas ganaban las elecciones sin despeinarse. O sea, con la gorra. Al PSOE, ahora mismo, ya sólo le queda aquella histórica frase de Di Stéfano, la de que ni hay equipo pequeño ni partido que dure menos de 90 minutos. Y agarrados a ello andan.
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