Selección por oposiciones
Conozco bien el mundo tradicional de las oposiciones desde su doble perspectiva de opositora y de miembro de tribunales de selección. Es un duro ejercicio de esfuerzo, constancia y capacidad de renuncia, para adquirir y demostrar un conocimiento de las materias exigidas superior al de los demás aspirantes.
Interrumpí mi carrera en 3º de Derecho para preparar el ingreso en un cuerpo estatal de grupo C, afortunadamente, con éxito. Trabajando ya como funcionaria, terminé mi carrera por las tardes y después preparé las pruebas para el cuerpo B, en el que también logré ingresar. Más adelante, con un puesto de mayor responsabilidad y horario, superé las pruebas para el cuerpo A superior.
Todos esos años de trabajo y estudio constante no fueron costeados por mi familia sino por mi trabajo, como el alquiler de mi apartamento y el sueldo de mis preparadores. Jamás he "memorizado ni acumulado datos acríticamente", sino que he adquirido conocimientos muy útiles a base de estudiar razonando y con criterio para elaborar mis propios temas. He aprendido más preparando oposiciones mientras trabajaba que en la facultad.
Y, desde luego, no soy la única. Para ingresar en el servicio público hay que dar el nivel, acreditando el mérito y la capacidad que la Constitución exige. Esas son las reglas del juego para todos los españoles y la experiencia de muchos años me hace sentir orgullosa de los magníficos profesionales de la Administración española. Pese a los defectos del sistema actual, nadie ha presentado otro tan objetivo y neutral; tampoco quienes encuentran más fácil criticarlo que afrontarlo.
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