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ELECCIONES 2011 | Faltan 13 días

El PSOE arriesga y echa el resto

González y Guerra arropan a Rubalcaba con un mensaje: está en juego el Estado de bienestar - La campaña, a dos velocidades: el PP no necesita ni contestar

Carlos E. Cué

Cualquier buen jugador sabe que la única manera de ganar cuando parece imposible implica arriesgar todo lo que tienes. Poner encima de la mesa todas tus fichas. Alfredo Pérez Rubalcaba, un experto del juego de la política pero poco propenso al riesgo, está rompiendo consigo mismo. Ayer decidió echar el resto y jugársela con un movimiento arriesgado pero contundente: 15 años después de su último encuentro y tras casi 21 años distanciados, logró unir en un mitin en Dos Hermanas (Sevilla) a Felipe González y Alfonso Guerra, mitos del socialismo.

Y el mensaje, en medio del entusiasmo de la militancia, fue clarísimo: la supervivencia de la izquierda está en juego, no es momento para que quienes alguna vez votaron PSOE se abstengan. Está en peligro el Estado de bienestar español que crearon gentes como González y Guerra, apuntó Rubalcaba. "No es irreversible", remató. El tono de los tres era especialmente dramático con un objetivo que Guerra resumió: "Nuestro enemigo es la abstención".

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El regreso a las esencias, con un Guerra en plena forma lanzado sin freno contra banqueros y obispos, y un González más pausado que clamó contra la austeridad sin medida que está "sangrando" a Europa, provocó una situación extraña. Por momentos parecía que el PSOE viniera de la oposición. José Luis Rodríguez Zapatero, aún presidente del Gobierno, no solo no estaba en el mitin. Tampoco en los discursos.

Rubalcaba, González y Guerra dibujaron un agujero en el tiempo, desde los ochenta y los noventa, cuando según ellos el PSOE puso las bases del Estado de bienestar, al Rubalcaba del futuro, que sería el único en condiciones de defenderlo. En medio, un triple salto mortal para obviar la etapa de Zapatero, achicharrado en las encuestas. Ya es una rémora electoral, como se demostró en mayo, cuando sí hizo campaña.

Este distanciamiento no es tan nuevo. Lo protagonizó John McCain con George Bush, por ejemplo, para intentar ganar a Barack Obama, que aprovechaba la mala valoración del entonces presidente. Pero en España no había sucedido nunca con un gobernante en ejercicio.

Solo Guerra, sin citarlo, tuvo un guiño hacia él: "Estoy feliz, porque el Gobierno entró retirando unas tropas de una guerra injusta y sale derrotando a ETA". Claro que esta última parte se la atribuyó inmediatamente a Rubalcaba, y además dejó caer lo que todos tienen en la cabeza, esto es, que el PSOE está hundido por la política de recortes: "En medio se han hecho muchas cosas que no voy a mencionar", remató.

El candidato, encantado de la hazaña de juntar a los dos dirigentes del PSOE con más éxitos electorales a sus espaldas, tiró de humildad: dijo que se sentía como si saliera a tocar después de tener a los Beatles como teloneros. La encuesta del CIS que tenían los militantes en sus periódicos es demoledora y en las gradas había mucha inquietud, pero cuando acabó el acto la inyección de moral era evidente. Casi tanto como el riesgo que tiene esa imagen para los posibles votantes que no son socialistas pata negra.

Rubalcaba jugó todas sus fichas con González y Guerra. Pero para ganar arriesgando todo a una carta, el jugador necesita que su rival acepte el envite. Y Mariano Rajoy no está por la labor. Ayer, más que nunca, quedó claro que la campaña se mueve a dos velocidades. Rubalcaba tiene que arriesgarlo todo, Rajoy no lo necesita. Y él, siempre pragmático, no acostumbra a hacer nada que no sea imprescindible.

Al PP le sobran los pocos días que faltan para el final. Lo dicen sus dirigentes en privado. Tanto que hoy, mientras Rubalcaba va a Valencia, Rajoy suspende su agenda para preparar el debate. Solo ahí corre un riesgo, mínimo. Los mítines pueden esperar.

El candidato del PP, que se prepara ya para una mayoría absoluta, va tan sobrado que incluso hace bromas sobre sus ministrables en los mítines, como ayer en Leganés. Y hasta se ríe de los otrora temidos González, Guerra y Rubalcaba. Los llama "la historia", personajes del "siglo XX", y sigue con su libro: paro y reformas.

González tiene una enorme presencia en estas elecciones. Más que nunca. Tanta, que un dirigente del PP cuenta en broma que su madre, muy anciana y conservadora, le había preguntado asustada tras ver los informativos: "¿Felipe se vuelve a presentar?". Pero no es el único que vuelve. El expresidente Aznar también estará en campaña. Casi todos los días, como González.

Rajoy no se la juega, no coincide con él. Sí lo hizo en 2008, cuando montó por sorpresa un mitin conjunto en León. Y el expresidente se comió a su heredero. No han repetido y no está previsto que lo hagan, aunque no hay que descartar que suceda por sorpresa. Rajoy no necesita arriesgar, pero tiene tanta ventaja que ya ni Aznar puede hacerle daño. En 2008, el miedo al PP le hizo perder las elecciones, según su propio análisis. Ahora ese riesgo ni se plantea. Solo el que se la juega puede cometer errores. Y él no lo va a hacer.

Alfredo Pérez Rubalcaba se dirige a los asistentes al mitin celebrado en Dos Hermanas.
Alfredo Pérez Rubalcaba se dirige a los asistentes al mitin celebrado en Dos Hermanas.M. Á. MORENATTI (AP)

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