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Reportaje:

La carretera de las tinieblas

Los alcaldes de la Costa del Sol se niegan a pagar el coste de la iluminación de la autovía A-7 e instan al titular de la misma, Fomento, a que asuma al coste

Fernando J. Pérez

La autovía A-7 entre Fuengirola y Manilva (Málaga) es una de las carreteras más peligrosas de España. Los vehículos que se incorporan a ella desde las numerosas urbanizaciones colindantes no cuentan con un carril de aceleración, de modo que han de entrar en la autovía directamente tras una señal de stop. Una vez en el carril derecho, el conductor debe acelerar a fondo para evitar ser alcanzado por alguno de los 3.780 vehículos -el 11%, camiones- que transitan por esa vía cada hora. Cuando llueve de forma copiosa, y en la Costa del Sol la lluvia casi no conoce otro formato, los coches del carril izquierdo lanzan el agua embalsada en los arcenes interiores por encima del muro de separación, destrozando los nervios de los conductores que circulan en sentido contrario. Los siniestros en esa vía son frecuentes, en sus 70 kilómetros hay 11 puntos negros con tres o más accidentes por año, y el pasado verano el Ministerio de Fomento limitó la velocidad máxima a 80 kilómetros por hora.

Mijas mantiene las farolas encendidas a su paso por la curva de Calaburras
La DGT advierte que el corte no afecta ni a radares ni señalizaciones

A todos estos inconvenientes se une ahora el hecho de que esta autovía urbana, prácticamente la calle principal de la Costa del Sol, se ha quedado a oscuras a causa de la crisis. Los Ayuntamientos de Fuengirola, Mijas, Marbella, Estepona y Manilva -todos del PP excepto el último, gobernado por IU- han decidido dejar de pagar el suministro eléctrico de las farolas que iluminan la A-7 y que les cuesta en conjunto unos 532.000 euros anuales.

Los municipios exigen que sea el Ministerio de Fomento, titular de la vía, el que sufrague la iluminación, esencial para la seguridad de una carretera en la que, además de vehículos, no es extraño cruzarse con animales perdidos e incluso peatones temerarios.

Las tinieblas se han apoderado ya de casi todo el tramo excepto del que atraviesa Marbella, que dará de baja su contrato con Endesa para dar energía a las farolas el próximo 1 de diciembre. En Mijas, el alcalde popular Ángel Nozal ha mantenido el suministro solo en la curva de Calaburras, uno de los sectores más complicados de la autovía.

La decisión de los alcaldes de cortar la luz en la A-7 llega después de que enviaran hasta tres cartas a Fomento en la que exponían su decisión de dejar de abonar las facturas y solicitaban una reunión que nunca llegó a producirse. "A nosotros nadie nos paga la luz de las calles de Fuengirola, las paga el Ayuntamiento, y sería muy absurdo que le pidiéramos a Fomento que nos pague nuestras calles, de la misma forma que no debemos pagar la luz de la autovía, que es propiedad de Fomento", afirmó la semana pasada la regidora de Fuengirola, Esperanza Oña.

Fomento rechaza el ultimátum de los regidores, y recuerda que fueron los Ayuntamientos los que decidieron la instalación de las farolas de la A-7 a su costa a principios de los años noventa. "El contrato con la compañía eléctrica es de los Ayuntamientos, las farolas de la A-7 son un añadido ya que no existe obligación legal de iluminar las autovías. Nuestra responsabilidad legal es iluminar los puntos que requieren más visibilidad, como los túneles o los puntos negros", asegura un portavoz del ministerio que dirige José Blanco.

No obstante, Fomento asegura que "se hará un estudio de los puntos que requieren más visibilidad, como las incorporaciones o las curvas más peligrosas, y será el ministerio el que contrate el suministro eléctrico". Según el portavoz, "no es de sentido común iluminar tramos tan largos". Fuentes de la Dirección General de Tráfico aseguran que el corte de suministro no ha afectado a los radares implantados en el tramo ni a los paneles de señalización.

La decisión de los alcaldes malagueños es inédita en España. En Madrid, la iluminación de la carretera de circunvalación M-40 fue objeto de un convenio entre el Ayuntamiento y Fomento que el alcalde madrileño, Alberto Ruiz-Gallardón, quiere ahora dejar sin efecto.

Mientras tanto, los conductores que atraviesan la costa occidental malagueña tienen la opción de jugarse el tipo por la A-7 o pagar la autopista de peaje AP-7, la más cara de España por kilómetro y la única que saca luz de una situación tan oscura.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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