La liberación pija
Hay un lugar en Madrid que apunta a clásico de esta década, como esas salas que se convierten en estigma nostálgico de una generación entera de pijos: Snobissimo en los años ochenta, Fortuny en los noventa o Gabanna 1800 en los cero cero. El nuevo punto de encuentro de vips y aledaños se llama Liberata.
Todos estos lugares han tenido en común una alta densidad de caras conocidas y ser fiel reflejo de la evolución estética de la ostentación. En el que nos ocupa no se encuentran ni tebas con copa balón, ni iniciales rampantes en camisas bien planchadas, ni mechas que acaban en una perla coronada con brillante o vuittones sobaqueros. Las reglas han cambiado: no está bien visto el bon vivant cazador de tripa perdonable o esas niñas que creían que el boho chic era el summum de lo moderno.
Aquí la operación biquini es anual, y si no tienes 'trainer', no eres nadie
En Liberata se respiran nuevos tiempos. No hay it-bags, sino turgencia, exuberancia y testosterona. Aquí la operación biquini es anual, y si no tienes trainer, no eres nadie.
Brillan los galácticos, algún torero cabeza de cartel a lo Rivera Bros (Fran y Cayetano, claro), los visionarios del pelotazo cibernético nacional (como el apuesto fundador de Tuenti, Félix Ruiz) o los superejecutivos indemnes a la crisis como el hercúleo director de Nueva Rumasa, Iván Losada (cuyo aguijón es el más codiciado de la sala). Entre las féminas, un radiante séquito de siluetas con forma de botella de Coca-Cola que dan respuesta a por qué Versace vuelve a ser la marca del momento. Si todos los pubs decadentes de Alberto Alcocer se reciclan así, ya tenemos una Playa d'en Bossa invernal.
Babelia
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