Guatemala cierra la campaña presidencial con ventaja para el exmilitar Pérez Molina
Tras una larga campaña que ha agotado la paciencia de los guatemaltecos, los dos aspirantes a gobernar el país centroamericano, el general retirado Otto Pérez Molina y el millonario populista Manuel Baldizón, llegan a la segunda vuelta con ventaja del militar, pero con la sensación de que nada está escrito todavía. Según el último sondeo del periódico Prensa Libre, Pérez Molina tiene una intención de voto del 58,5%, contra el 41,5% de Baldizón.
Según la muestra, los partidarios de Pérez Molina se concentran en las áreas urbanas, mientras que en el área rural, con los mayores índices de analfabetismo y pobreza, la ventaja se reduce. Otra encuesta, publicada por El Periódico da al general retirado una intención de voto del 51,9% contra el 44,9% de su rival.
La incertidumbre radica en la participación electoral. La historia dice que en una segunda convocatoria crece el abstencionismo. Primero, porque las autoridades locales están ya elegidas y, en segundo término, porque un sector importante de la población se ha quedado sin favorito.
Ambos candidatos han prometido dar prioridad al problema de la inseguridad ciudadana. Guatemala, con 48 homicidios por cada 100.000 habitantes, está considerado como uno de los países más violentos del mundo. Es un problema complejo y de origen múltiple. Está la violencia común, engendrada en las villas donde la juventud crece sin ningún porvenir. Está la violencia política, abonada por una guerra de guerrillas durante casi cuatro décadas en las que se cometieron crímenes de lesa humanidad, que siguen impunes. A esto se suma la violencia de las bandas del narcotráfico, que pelean por controlar el territorio. Según estadísticas de la Embajada de EE UU, el 80% de la cocaína que llega al gran mercado del norte pasa por Guatemala.
Para poner fin a esta violencia, Pérez Molina ha ofrecido gobernar con "mano dura". Baldizón, por su parte, ofrece la aplicación de la pena de muerte.
Pero la violencia es solo un síntoma del mayor problema de Guatemala: la tremenda desigualdad social. Según estadísticas oficiales, el 51% de los guatemaltecos vive en el límite de la pobreza. Esta cifra crece hasta al 80% en las poblaciones indias del altiplano occidental. Pérez Molina y Baldizón han ofrecido continuar con los programas sociales impulsados por el Gobierno de Álvaro Colom, que beneficiaron a miles de pobres. En Guatemala, la mitad de los niños menores de cuatro años sufre desnutrición crónica aguda.
El que gane las elecciones del domingo encontrará un Estado débil con instituciones marcadas por la corrupción. De acuerdo al censo electoral, más de 7,3 millones de guatemaltecos están convocados el domingo para la segunda vuelta de donde saldrá elegido el hombre que dirigirá los destinos del país hasta 2016.
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