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Columna
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Mortifiquémonos

Parece ser que a Mariano Rajoy no le gustan los titulares de prensa, y que hace lo posible para no generarlos, lo que explicaría ese "sí, pero no" de su estilo oratorio. Ignoro si eso es bueno para un político, pero personalmente comparto ese recelo hacia la simplificación estrambótica de los titulares de prensa. A Rajoy, cuyo éxito electoral va montado sobre la marea de los hechos, o de las circunstancias, no le gusta que las palabras puedan aportarle el escollo de un titular. A la izquierda abertzale, al ETAcosmos, en cambio, los titulares les encantan, son una verdadera fábrica de ellos. Hasta su reciente derrota, los titulares los ponían los asesinatos y las detenciones. Durante este largo, larguísimo esfuerzo, que están realizando para "traernos la paz", son el cinismo y la intimidación la fuente principal de su empeño para estar día sí y día también en primera plana de nuestros medios informativos. Eso y el increíble afán autopunitivo, mortificador, de todos los demás, de todos nosotros.

Érase una vez un pistolero que un día dejó de matar y pidió que le pusieran una medalla, porque gracias a él se habían acabado los crímenes. Y se la pusieron. Esto parece un chiste, pero a nadie le pareció un chiste que se publicara sin remordimiento alguno, sino como algo comprensible y casi digno de elogio, que el éxito electoral de Bildu se debía a un apoyo de la población para que ETA dejara las armas, esto es, la medalla del pistolero. Tal vez convenía hacerlo, aunque me pregunto si hasta ese extremo, pero nos han abrumado estos dos últimos años informándonos sobre el inmenso esfuerzo que la izquierda abertzale estaba realizando para convencer a su brazo armado para que abandonara las armas. Y tal vez hemos interiorizado ese escenario esquizofrénico, en el que uno eran dos -y en el que ha quedado claramente demostrado que eran sólo uno-, como el único activo, mientras asumíamos que todos los demás, los verdaderos agentes activos, desempeñaban un papel pasivo, cuando no obstructor, de semejante hazaña.

Ahora que tanto hablamos de relatos sobre lo pasado, he ahí un relato sobre el presente que, con una sabia dosificación mediática, nos lo han metido clavado. Y seguimos mortificándonos con él, acusando al lehendakari o a los partidos democráticos de no haber tenido la iniciativa para traer la paz, echando por tierra de este modo un esfuerzo y un sufrimiento de décadas. Hizo más por la paz el solo lehendakariato de Patxi López que todos los esfuerzos escenográficos abertzales que vinieron a su rebufo. Asumámoslo, y no nos dejemos intimidar por la "revolución democrática nacional vasca" con la que ahora pretenden apabullarnos. Es otro eslogan a la moda más. El único mérito que pueden atribuirse es el de haber alimentado el último "conflicto armado" de Europa, como ellos lo denominan. Una vergüenza. Pero siempre se dijo que África empezaba en los Pirineos.

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