La crisis bancaria
No deja de asombrarnos el cinismo de nuestros banqueros. El último ha sido Christian Clausen, presidente de la Federación Bancaria Europea, quien, una vez finalizada la trascendental cumbre del 26 de octubre, comunicó que "aunque la crisis es predominantemente de deuda soberana, no bancaria, asumiremos nuestra parte de la carga, en un esfuerzo enorme y excepcional, para restaurar confianza en los mercados".
Convendría recordarle a Clausen algunos datos que parece haber olvidado. Por ejemplo que, según fuentes comunitarias, las ayudas públicas a la banca, desde el inicio de la crisis financiera, han ascendido a dos billones de euros; que el 4 de octubre, un banco como Dexia, que había superado con éxito las pruebas de resistencia de julio, era desmantelado para evitar la quiebra; o que, tres años después del inicio de la crisis, el BCE sigue dando barra libre de liquidez a los bancos europeos porque estos no se fían de ellos mismos.
Pero en algo tiene razón Christian Clausen: tras asegurar que los bancos harán su parte en el esfuerzo general, reclama que "los Gobiernos europeos hagan la suya también". Tal vez, de esa manera, nos evitemos espectáculos como el de la citada cumbre, cuando Sarkozy y Merkel abandonaron al resto de figurantes y corrieron a despachar con el representante del lobby bancario y otros primeros espadas del sector para intentar alcanzar un acuerdo.
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