El fin de ETA
Son muchas las opiniones vertidas en su periódico sobre el comunicado de los terroristas etarras. Por supuesto que todas ellas me parecen válidas y a tener en cuenta, especialmente las de sus víctimas y familiares, a quienes nada se les puede exigir, ni el olvido, ni el perdón.
Lo que sí deberíamos exigir es la no utilización política de sus sentimientos, sean los que sean, y que sientan la comprensión y el apoyo por parte de todos.
Me alegra infinitamente que tantas personas amenazadas empiecen a plantearse ir sin escolta, pasear con sus familias, que los que tuvieron que marcharse de su tierra puedan volver a ella. Aun cuando debamos ser prudentes, porque no son de fiar, se puede abrir una puerta a la esperanza de que esta vez, sí, dejen de amenazar, extorsionar, secuestrar y matar.
Por todos lo que han sufrido estas actividades de la banda terrorista nada podemos hacer, desgraciadamente, excepto respetar su memoria como mártires de la sinrazón.
Por las víctimas potenciales, que somos todos, sí podemos hacer algo: tener claro que el enemigo es y ha sido ETA. Que en la lucha partidista de la campaña electoral no se sucumba a la tentación de utilizar este momento para reproches malintencionados de negociaciones sospechosas por un puñado de votos. Algunos lo están haciendo ya, y les podríamos recordar algunas cosas que les haría sentir vergüenza, si la tuvieran.