Juan José Azurmendi, 'gudari' de la empresa
Juan José Azurmendi (San Sebastián, 1946), presidente de la patronal alavesa desde 2007 (SEA-Empresarios Alaveses), fallecido ayer, nos ha dejado un legado extraordinario. Es fácil hablar bien de alguien cuando no está, pero de él ya hablábamos bien cuando estaba al frente de SEA. Y eso no es algo demasiado habitual. Era un gudari [soldado] de la empresa; después de cómo se ha enfrentado a la enfermedad, hemos visto que también era un luchador de la vida. Ha fallecido haciendo lo que más le gustaba: trabajar, trabajar y volar. Y por eso todos sus amigos, sus compañeros y quienes hemos trabajado junto a él le admiramos y le deseamos un plácido vuelo.
Trabajador, conversador, familiar y preocupado por sus hijos, vital y serio, era además especialmente conciliador. Eso en un país como este tiene un doble valor. Por no decir que es el activo más importante y el que le ha permitido conseguir importantes logros profesionales, personales e institucionales.
Trasladado al mundo de la empresa, ha sido esa manera de ser y de ver las cosas la hélice que ha propulsado su acción profesional. Visionario de la internacionalización cuando aquí todavía era un concepto abstracto, él ya se había implantado con su empresa, Elevadores Omega, en Argelia, y ya tenía presencia en Italia, EE UU, Brasil o Centroamérica. Un proyecto que ha dirigido hasta el último minuto.
Hace poco más de una semana, cuando yo volvía de la misión del lehendakari por EE UU, él regresaba de una feria en Múnich feliz porque había logrado un contrato para Dubái. Feliz porque dejaba un futuro mejor para su familia. Feliz porque seguía activo. Y unos días antes había volado a Argelia, con su propia avioneta, para cerrar allí una serie de asuntos en sus sociedades.
Qué decir de sus logros institucionales. Al frente de la patronal alavesa ha traído la paz social. En los cinco años que llevaba al frente la ha profesionalizado y pacificado para convertirla en un foro de trabajo, de encuentro y de conciliación.
Pero lo más importante para mí es que Juanjo era, sobre todo, un amigo. Un hombre que se emocionaba con su trabajo, con las personas que quería, y con sus entretenimientos, pese a saberse muy enfermo.
"Aurrera, aurrera", me decía dándome fuerza a mí, cuando salía de las sesiones de quimio. Él no las necesitaba ya para él, nos la regalaba a los demás. Qué generosidad, como la que mostró con sus propias convicciones. Era nacionalista, a veces incomprendido. Pero él siempre decía que del trabajo y del entendimiento entre quienes son diferentes salen las mejores cosas, la comprensión del otro.
No te voy a decir adiós porque sé que cualquier día, desde cualquier avión, te veré jugando con las nubes. Prefiero decirte hasta luego, amigo.
Gregorio Rojo es presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Álava.
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