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Crítica:teatro
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La oleada teatral polaca

Javier Vallejo

Pocas veces un desembarco cultural tan amplio pasa tan desapercibido para el gran público: durante la presidencia polaca de la Unión Europea, más de una decena de espectáculos teatrales de ese país están pasando por Madrid, financiados por su Gobierno, apoyado en un crecimiento económico que duplica al de la zona Euro.

Esta semana tenemos a dos compañías de Wroclaw: el Teatr Polski, con El caso Danton, y el Teatr ZAR, que representa hoy en La Abadía Anhelli, la llamada, espectáculo sacro tejido en torno a polifonías sardas y de la liturgia ortodoxa bizantina, interpretadas en vivo para evocar el viaje del poeta romántico Juliusz Slowacki a Palestina. En un escenario-balsa donde una vela desplegada simboliza el aliento vital o el alma humana, ocho espléndidos actores hacen una hipnótica travesía breve con un final lapidario, tras el cual se retiran sin saludar, como sacerdotes después de una misa.

Algo tienen en común con este teatro litúrgico, pero en tono solanesco y jocoso, los espectáculos de La Zaranda, o los de La Cuadra de Sevilla: es un estilo que aquí no ha echado más raíces porque ya tenemos las procesiones de la Semana Santa andaluza, auténtico rito metateatral.

En El caso Danton, estrenado anteanoche en el Matadero, Stanislawa Przybyszewska, su autora, recrea los enfrentamientos entre los líderes de la Revolución Francesa durante la dictadura jacobina, pero en un contexto escenográfico y musical que los trae a nuestros días: Robespierre, Saint-Just y compañía habitan en un campamento de casetas de madera y cartón idéntico al que plantaron en la Castellana los obreros de Sintel despedidos, o el más reciente de los indignados, en la Puerta del Sol. Esa tensión entre lo histórico, reforzado por un vestuario rigurosamente de época desgastado por el uso, y lo actual, acaba proyectando la función hacia un futuro incierto, como si la pugna de sus protagonistas prefigurara una lucha callejera por venir tras una hipotética agudización de la crisis de la deuda.

El montaje, de Jan Klata, aúna el vigor de los espectáculos mejores de nuestras salas alternativas con el empaque de las producciones de un teatro público. Klata lleva a un equipo de actores sin fisuras por un camino anti realista: lo que hacen cuenta cosas diferentes de lo que dicen. La acción amplifica el sentido del texto, lo discute o lo contradice. Un montaje notable con protagonistas espléndidos: Wieslaw Cichy (Danton) y Marcin Czarnik (Robespierre), y un final desasosegador. El mal emplazamiento de los sobretítulos, su luminosidad tenue y su deficiente encuadre fueron causa principal de que parte de público abandonase la representación.

Ambas funciones y la adaptación de Solaris, de Stanislaw Lem, representada días atrás en Guindalera por el Teatr Slaski de Katowice, comparten la voluntad de economía plástica (sus escenógrafos crean espacios poéticos tirando de imaginación) y el espíritu grupal característico de los teatros polacos, cuyos elencos estables se sostienen con dinero público. Atención a los estrenos de Entre nosotros, todo va bien, coproducción del TR Warszawa (del 4 al 6 de noviembre, en el Valle-Inclán), y de El Polo y Dulcinea, del Teatr Lalek, compañía de títeres de Bialystok (del 25 al 27, en Réplika).

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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