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Los entresijos de la cumbre | La reacción de los Gobiernos

Salgado defiende ante la gran banca las nuevas exigencias de capital

La vicepresidenta se reúne con economistas y consejeros de Santander, BBVA y expertos independientes para dar su versión de los resultados de la cumbre

El Gobierno defiende el acuerdo de la cumbre de la UE por el que Berlín y París impusieron una recapitalización bancaria que a las entidades españolas les costará 26.000 millones de euros. La vicepresidenta, Elena Salgado, convocó el viernes en Madrid a consejeros y economistas de la gran banca española -Santander, BBVA y Funcas, la fundación de las antiguas cajas- y a un grupo de expertos (alguno vinculado al PP) para dar su versión del plan de rescate. "Es un buen acuerdo", defendió Salgado, flanqueada por los secretarios de Estado de Economía, José Manuel Campa, y de Hacienda, Juan Manuel López Carbajo, según han confirmado a este diario varios de los asistentes. La ministra, según las citadas fuentes, admitió indirectamente que los criterios de recapitalización benefician a las entidades alemanas y francesas. El acuerdo ha generado una mezcla de tranquilidad e indignación, con velados reproches a la escasa influencia del Gobierno y de las instituciones españolas para proteger los intereses de su sector.

Según el Ejecutivo es pronto para hablar de ganadores y perdedores
Habrá que ver los balances de bancos alemanes y franceses tras la quita de Grecia
La ministra manifestó que la idea de un fondo bicéfalo no se discute
"Salgado dijo que todo el proceso ha sido amable con Francia y Alemania"
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Jueves, al filo de las cinco de la madrugada. Los pasillos de la Comisión Europea, en Bruselas, se pueblan de jefes de Estado encaminándose hacia las salas de prensa para explicar las bondades del acuerdo "integral, exhaustivo" para salvar el euro. La fanfarria de las grandes palabras se topa con la crudeza del pasado inmediato: se trata del segundo rescate "definitivo" en tres meses. En el caso español, se trata de una cumbre agridulce: la reacción inmediata de los mercados es buena, aunque las apreturas llegan por donde menos se esperaba, las exigencias de capital a la gran banca española son de 26.000 millones, una cuarta parte de lo que necesita la banca europea. Tras ese mazazo y apenas 35 horas después, Salgado reúne el viernes a representantes de los bancos y a economistas independientes, 14 personas en total, con un doble mensaje: puede que lo de los bancos no haya salido bien (o puede que en otros países haya salido demasiado bien), y puede que falten flecos tanto en el fondo de rescate como en la solución para Grecia, pero por fin hay un cortafuegos disuasorio y eso es importante para España, que junto con Italia forma parte de la segunda línea de países en lucha permanente con las dudas de los mercados.

José Luis Escrivá y Rafael Doménech, del servicio de estudios del BBVA, y por el Santander Guillermo de la Dehesa, consejero, y Alejandra Kindelán, directora del servicio de estudios, fueron los representantes de la banca en esa mesa. Junto a ellos y a Ángel Laborda, director de coyuntura de Funcas, asistieron a la comida varios de los habituales dentro de un grupo de en torno a una quincena economistas que este año se han reunido con la vicepresidenta "con asiduidad, una vez cada dos meses, más o menos", según uno de los asistentes, entre los que estaban también Juan José Dolado (Universidad Carlos III) y Emilio Ontiveros (presidente de AFI), pero también dos de los expertos que aparecen en las quinielas de ministrables o son integrantes del equipo económico del PP: Luis de Guindos, del Instituto de Empresa, y José Luis Feito, presidente de la Comisión de Economía de CEOE y de la patronal de empresas de concesiones. Salgado usa esos encuentros, básicamente, para escuchar opiniones y transmitir su visión de las cosas.

La banca es el principal canal de contagio de la crisis de deuda: de ahí la insistencia por forzar a los bancos a ampliar sus colchones de capital. "Según la vicepresidenta, a partir de las presiones del FMI, en verano, Alemania y Francia se han ido convenciendo de que elevar las exigencias de capital a los bancos era una de las formas de evitar el contagio. Y lo más importante: convencieron de ello también al BCE. A partir de ahí, Salgado da a entender que las suspicacias sobre los criterios de capitalización penalizan a los bancos españoles y benefician a Berlín y París", explicó uno de los asistentes. Las normas favorecen a la banca mayorista -la centroeuropea y la británica- como si tuviera menos riesgo, cuando la crisis ha demostrado lo contrario. "Es evidente que la capacidad de influencia del Gobierno español en este punto en particular del acuerdo europeo ha sido pequeña. Pero a la postre, lo que defiende Salgado es que los bancos no van a necesitar ir al mercado. Y que el conjunto del acuerdo es positivo", indicó otro de los asistentes.

La vicepresidenta Salgado matizó ayer esos puntos de vista y aseguró que lo único que defendió en la comida es que las cifras de capital publicadas se corresponden tanto a la exposición a la deuda soberana -que es mayor en Alemania y Francia- como a las ratios de capital que han acumulado los bancos en cada país -también mayor en los bancos germanos y galos que en el caso de los españoles, lo que explica los resultados finales de las exigencias de capital-, atendiendo a la forma de cálculo elegida. Esa forma de contabilizar no incluye ni los bonos convertibles ni las provisiones genéricas, que hubieran dado mejores resultados a la banca española. Para el Ejecutivo, según la vicepresidenta, es pronto para hablar de ganadores y perdedores: los balances de los bancos alemanes y franceses se deteriorarán cuando se sustancie la quita de Grecia, del 50%, mientras que los bancos españoles apenas tienen bonos griegos y no sufrirán cuando se aplique el recorte. Economía insiste en que en las Bolsas, los bancos franceses y los alemanes se han visto más castigados que los españoles, de la misma manera que la percepción de las cajas españolas ha sido peor.

Uno de los representantes de los bancos apunta que la ministra "es habitualmente muy prudente" en esas reuniones. "Pero dio a entender, como no puede ser de otra manera, que Berlín y París están al mando. Salgado, además, tiene la impresión de que eso es algo sabido: que no hay por qué insistir. La Autoridad Bancaria Europea actúa con independencia -en principio-, pero al final todo el proceso ha sido sospechosamente amable con Alemania y Francia, algo menos con Italia y más duro con España", añadió.

La banca y sus vicisitudes no fueron el único punto de debate. El mismo día que se conocieron los pésimos datos de paro, Salgado defendió que la economía seguirá creciendo tímidamente. Pero eso fue el viernes: el presidente Zapatero admitió ayer que el débil crecimiento que experimentaba la economía en lo que va de año se detuvo bruscamente en julio y no se recuperará hasta que no se resuelva la crisis del euro. Así lo reconoció en Asunción (Paraguay), donde participa en la Cumbre Iberoamericana. "No habrá recuperación del crecimiento y el empleo si no logramos la estabilidad de la zona euro, en los mercados, en la deuda soberana", declaró, informa Miguel González.

En cuanto al fondo de rescate, Salgado contó que la idea de un fondo bicéfalo -un fondo que asegurará parte de la deuda, y un vehículo de inversión en el que participarán los emergentes y el FMI, por otro- ya no se discute. A falta de los detalles definitivos, dio alguna pista de por dónde van los tiros: "El objetivo del fondo es crear un cortafuegos disuasorio. Si llega a utilizarse es señal de que no ha funcionado", según uno de los expertos presentes. "Campa explicó que los países que lo necesiten tendrán que solicitar formalmente que el fondo compre bonos, y en ese caso que el fondo podrá imponer condiciones (esto es, ajustes) en la línea de lo que ha hecho el BCE con Italia", añadió.

La ministra Elena Salgado, a la llegada a una reunión en Bruselas el 24 de octubre.
La ministra Elena Salgado, a la llegada a una reunión en Bruselas el 24 de octubre.GEORGES GOBET (AFP)

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