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Los entresijos de la cumbre | Las consecuencias para el sector español

La tercera bofetada de la autoridad bancaria europea

España es el único gran país europeo sin poder en el supervisor bancario

Miguel Jiménez

La Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) se ha convertido en uno de los organismos europeos más poderosos. El grupo de supervisores bancarios ha asumido como tarea medir la solvencia de la banca. Y España es el único gran país del euro que no tiene un nacional en los órganos de poder real de la entidad, ha salido malparada en los tres exámenes que ha realizado.

El organismo está presidido por el italiano Andrea Enria, tiene el frente de su división de Regulación a la francesa Isabelle Vaillant y de la de supervisión al británico Piers Haben. En las reuniones del Consejo Ejecutivo (Management Board) se sientan nacionales de Alemania, Francia, Italia, Reino Unido junto a los de cuatro países menores (Suecia, República Checa, Hungría y Finlandia).

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España es el único de los grandes países europeos cuyo Gobierno no ha conseguido estar en la cocina de ese organismo clave. Limita su presencia al Consejo de Supervisores, donde están representados los Veintisiete. Fuentes financieras consideran que esa falta de peso ha sido muy perjudicial para España.

Esta semana, la gran banca española ha sido señalada como la que necesita más capital, con 26.161 millones. España se sitúa solo detrás de Grecia, con 30.000 millones, pero la EBA deja claro que esa cifra no es la que necesita la banca griega sino la que está reservada en los programas de rescate para recapitalizarla y que el resultado (que no publica) que arrojaría su examen es inferior.

La actual es la tercera vez que la banca española sale mal en la foto. En las primeras pruebas de resistencia, en 2010, cinco de los siete suspensos fueron españoles. Eso se debió, en parte, a que España presentó a las pruebas a casi todos los bancos y cajas, pero también a que los criterios españoles fueron mucho más exigentes que los aplicados en otros países. Los dos bancos irlandeses, por ejemplo, aprobaron. Y la caída de precios inmobiliarios contemplaba caídas de hasta el 55% en algunos inmuebles en España, frente al 4% de Italia o el 7% de Grecia.

En esa primera ocasión, la mayor severidad y transparencia del supervisor español fue la que puso a las entidades en desventaja. Pero en las segundas pruebas, las publicadas en julio de este año, la sensación de agravio se acentuó cuando no se permitió computar para absorber pérdidas a las provisiones genéricas, puestas como modelo en las instancias internacionales. Además, de nuevo, varios parámetros de las pruebas eran más exigentes para la banca española. El resultado: España acaparó cinco de los ocho suspensos europeos, aunque el Banco de España proclamó que no necesitaban captar más capital al tener en cuenta esas provisiones.

El tercer mazazo ha llegado esta semana: la banca española necesita recapitalizarse con más de 26.000 millones, según la estimación de la EBA, y eso que ahora solo se examinaba a cinco entidades, entre ellas dos de las que mejor nota habían sacado en anteriores pruebas: Santander y BBVA.

La EBA no ha tenido en cuenta en su cómputo -aunque lo hará en el futuro- las obligaciones necesariamente convertibles, lo que ha inflado la cifra española en unos 10.000 millones. Además, los bancos españoles han tenido que ajustar a precio de mercado la deuda española que tenían en su cartera a vencimiento, lo que ha sumado otros 6.300 millones.

A los bancos franceses o alemanes se les ha permitido compensar sus pérdidas reales en deuda griega con plusvalías latentes en deuda de sus países, mientras que a bancos españoles como el Santander o BBVA no se les ha permitido compensar las minusvalías en deuda española con sus abundantes plusvalías en países como México o Brasil. El resultado es que, en una recapitalización que es consecuencia de la crisis griega, es que Société Générale, que había declarado una exposición de cerca de 3.000 millones a la deuda griega, solo tendrá que cubrir 100 millones por deuda soberana, mientras que el Santander, con un riesgo griego insignificante, tendrá que cubrir 2.600 millones.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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