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Entrevista:ALMUERZO CON... ALEJANDRO MADRIGAL

"Curar es ayudar a que el mundo sea más armónico"

Juan Cruz

Almuerzo difícil para un hipocondriaco. Alejandro Madrigal, mexicano de origen palmero, una de las eminencias mundiales del trasplante de médula ósea, ha venido a la comida con un gran amigo suyo, Manuel Fernández, catedrático de Hematología como él, palmero como los ancestros de Madrigal, y también dedicado desde hace décadas a convertir en esperanza el diagnóstico de la leucemia.

Así que los dos contaron experiencias comunes relacionadas con la enfermedad, el dolor y los trasplantes; pero, sobre todo, hablaron de la curación, de la felicidad que supone hallar un donante de médula ósea, de la satisfacción que se siente cuando funciona esa operación imprescindible y también de lo que supone para el médico "confesar el diagnóstico". "¡Y la alegría que da curar!", dice Madrigal. "Curar es ayudar a que el mundo sea armónico".

El especialista en trasplantes vendió diarios y sepulturas antes de ser médico

Madrigal es presidente de la Asociación Europea de Trasplante de Médula Ósea, es profesor en la Universidad de Londres y ejerce como responsable máximo del Instituto Anthony Nolan, especializado en leucemia y trasplantes de médula ósea. Su bisabuelo era palmero y aventurero, a quien la desgracia económica de la isla (dejó de venderse cochinilla) lo condujo a México. El padre de Alejandro murió pronto, y él se hizo cargo de la familia. Vendió periódicos por la calle, "leía, para estudiar, a la luz de las farolas, y hasta vendía sepulturas cuando tenía 17 años". Sintió la llamada -"como si la poesía viniera a buscarme"- de la medicina, tuvo una beca de la Organización Mundial de la Salud y terminó estudiando en Londres.

Madrigal se hizo amigo del doctor Fernández a través de congresos y de avances relacionados con su especialidad; y un día descubrieron que eran paisanos. Así que se sienten muy felices cuando les dicen que, aunque no podrán comer mojo palmero, sí tendrán vino herreño, la isla vecina que ahora tiembla sobre el volcán. Da apuro, ante médicos, aceptar un menú arriesgado. "Eso es una tontería", dice Madrigal. "Uno nunca hace mal pidiendo lo que a uno le gusta". Su colega ha pedido pochas, y se entretienen ponderando los valores proteínicos (usados incluso durante la guerra) de las sabrosas judías que está probando. "¡Tienen tanto valor proteínico como el gofio!", exclama Manuel. Madrigal ha pedido atún, que le satisface "porque es bueno para todo".

El doctor Madrigal siente México muy cerca: "Ahora mi país está como con dolor de cabeza". Ha escrito una novela, Rabia, en la que hace metáfora de la situación mexicana; y también escribió un largo relato, Nosotros, inédito como el otro libro, sobre la vida de sus ancestros palmeros. "La Palma, esa isla que ahora se eleva al cielo y desde cuyas alturas se descubren los secretos del universo con potentes telescopios...". Esa es su vocación poética; en lo que más le ocupa, la medicina, tiene un diagnóstico: "La gente es generosa y buena; hay muchísimas personas dispuestas a procurar la felicidad del otro ofreciéndole su sangre. Y nosotros, los médicos, estamos aquí, presenciando con alegría que el mundo puede ser más armónico si nos aprovechamos del poder de esa generosidad".

Uno nunca hace mal comiendo lo que le gusta, dice Madrigal.
Uno nunca hace mal comiendo lo que le gusta, dice Madrigal.GORKA LEJARCEGI

La Manduca de Azagra. Madrid

- Pan y aperitivo: 8,10 euros.

- Pimientos de cristal: 21.

- Pochas: 14,90.

- Lomo de atún rojo: 24.

- Solomillo a la parrilla: 23,60.

- Helados y sorbetes: 6,70.

- Agua y café: 8.

- Vino Tanajara: invitación.

Total: 114,80 euros.

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