El comercio intenta reciclarse
La crisis golpea a la economía de San Sebastián - Un millar de negocios tuvieron que cerrar el año pasado - El sector apuesta por la innovación
San Sebastián vio el año pasado cerrar a un millar de negocios en la ciudad. Unos 250 comercios, de los 3.500 con que cuenta la capital guipuzcoana, echaron la persiana. No solo ahoga la crisis o el descenso del poder adquisitivo de los consumidores sino, sobre todo, los altos precios de los alquileres.
La radiografía del sector comercial donostiarra está estrechamente ligada a los datos socioeconómicos de una ciudad de 185.000 habitantes que es una de las más caras de España para vivir. El paro aumentó en 2010 hasta los 9.500 desempleados y el poder adquisitivo de los donostiarras cayó un 4% según el Barómetro de la ciudad publicado por Fomento. También hay cifras positivas. Entre 2007 y el pasado ejercicio se registró un aumento del gasto comercial del 25%, lo que supone que los comercios minoristas facturaron casi mil millones de euros.
"Las nuevas tiendas duran de dos a tres años", dice la gerente de Sshops Donostia
Sshops Donostia, entidad que agrupa a las principales asociaciones de comercios donostiarras, constata a diario la delicada situación del sector. Entre los barrios más afectados se encuentran Altza y Eguía; la Parte Vieja y el Centro sufren rotaciones de cierres y aperturas y en Gros y el Antiguo se nota una cierta mejoría con la apertura de negocios. "Normalmente, los nuevos comercios que se abren duran entre dos y tres años", dice Lourdes Lázaro, gerente de Sshops Donostia.
El 25% de las tiendas se dedica a la alimentación; el textil, la confección y el calzado ocupan un 24% y el equipamiento del hogar, un 19,8%. En total, cubren el 69% de establecimientos. Los comercios dedicados al ocio y la cultura representan el 12,6%, y los que venden productos de droguería, perfumería y farmacia, el 6,3%.
El alquiler es el gasto fijo más alto para un comercio y el que le sentencia a seguir abierto o cerrado. Actualmente, un local de 120 metros cuadrados en la Parte Vieja cuesta 4.500 euros al mes, mientras que en Amara uno de 195 supone 1.300 euros. Los precios no se ajustan, según los comerciantes, a la realidad económica de la ciudad. Los barrios de la periferia son los más económicos, pero también los más difíciles para que los comercios funcionen a largo plazo. "El ajuste de rentas depende solo del propietario. Por eso, resulta difícil ajustar los precios y depende de la sensibilidad de los dueños ante la crisis y la neceidad de alquilar un local vacío", señala Lázaro.
Las asociaciones comerciales insisten en resaltar el esfuerzo que los profesionales están realizando para resistir la crisis y apostar por incorporar la innovación y buscar mejoras en sus propios establecimientos. El año pasado, unos 700 comercios solicitaron ayudas al Gobierno vasco dentro de un programa de mejora para los establecimientos.
"El alquiler nos ahogaba"
Leize Gorria, un local de copas, sala de conciertos y lugar de culto para quienes buscaban una alternativa a la encorsetada vida cultural donostiarra, cerró el pasado mes de agosto asfixiado por el alto precio de los alquileres en el centro de San Sebastián.
Julio Biurrun y su familia, uruguayos con raíces argentinas, vascas e incluso italianas, pusieron en marcha hace cinco años este proyecto cultural para revitalizar la escena musical de la capital guipuzcoana. En su local se organizaron unos mil conciertos, charlas de poesía, jam sessions, sesiones de micrófono abierto para músicos espontáneos y conciertos profesionales.
Los hijos de Biurrun tocaban en la calle como músicos hasta que fueron perfilando la idea de crear un espacio "diferente y único" para el encuentro de los músicos, describen algunos asiduos a Leize Gorria.
"El alquiler, absolutamente a contrapelo de la realidad actual con la crisis, nos ahogaba. Otra razón es que en esta ciudad es muy difícil sobrevivir por la poca tolerancia que tiene el vecindario con la música, lo que fue en nuestra contra", explica Biurrun. La música en el local ubicado en la calle Zubieta estaba pactada hasta las once de la noche. "Era imposible que Leize Gorria sobreviviese como empresa, pero hemos convertido el proyecto en una asociación cultural", añade.
Los Biurrun se mantienen gracias a la escuela de música que montaron hace diez años.
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