Cuenta atrás para los gritos
La Semana de Terror de San Sebastián se abre el próximo sábado con Livide - La muestra exhibirá cerca de una veintena de títulos
San Sebastián parece vivir a trompicones entre las diversas citas culturales que rellenan su calendario anual. La ciudad se convierte en un hervidero de melómanos, con acentos de muchos rincones del mundo durante el Jazzaldia. Algo parecido sucede, a mayor escala, durante el Zinemaldia y la estampa, aunque más modesta y con otro sabor, viene a repetirse con la Semana de Cine Fantástico y de Terror.
Para el de fuera, esta cita puede chocar. Esa ciudad señorial que es San Sebastián se transforma en la guarida de los aficionados a un cine que en alguna ocasión ralla la serie B y que, a ojos de unos cuántos, reúne a puñado de freaks. Pero precisamente esa es la grandeza del certamen: proponer una oferta diferente y romper con una escena en algunos puntos muy tradicional.
Josemi Beltrán dirige por vez primera la cita con un "gusanillo" en el estomago
"El público es especialmente exigente", apunta el responsable del certamen
La Semana celebra a partir del próximo sábado su 22ª edición. A lo largo de siete días, se proyectarán una veintena de largometrajes en la Sección Oficial, de entre los 300 que ha visto la organización, y 13 cortometrajes, sobre 800 preseleccionados.
La cinta que abrirá el certamen será la producción francesa Livide, de Alezandre Bustillo y Julián Maury, mientras que Juan de los muertos, del argentino Alejandro Brugués cerrará la cita. El cartel se completa además, entre otros, con el ganador del último Festival de Sitges, Red Sate, del estadounidense Kevin Smith.
"Es una gran responsabilidad", asegura el director del certamen, Josemi Beltrán, en referencia a su papel como cabeza visible de la cita. Beltrán afronta su primera Semana después de que José Luis Rebordinos fuera nombrado director del Zinamaldia y no oculta que siente un "gusanillo" en el estomago. "El público es especialmente exigente. Hay que estar pendiente de cómo responden los espectadores a lo que propones", aclara.
El público de la cita no duda, sentado en su butaca, en abuchear si la cinta proyectada no es de su gusto, gritar o hacer cualquier tipo de comentario. Un comportamiento "impensable" en otros festivales, pero que otorga un encanto especial a la Semana. Y eso el equipo de cine de Donostia Kultura, encargado de diseñar el certamen, puede vivirlo de cerca. La razón de la peculiaridad de los asistentes la explica Beltrán. "Imagínate, es como ver una peli con tus amigos, pero en vez de ser cinco pueden ser 300 o 500", ilustra. "La relación que se crea es muy directa", continúa.
El vínculo que muchos espectadores han tejido con la Semana se justifica, en gran parte de ellos por la fidelidad. "Hay mucha gente que ha venido a las 22 ediciones, no se han perdido ninguna", comenta Beltrán. A los cinéfilos se suma otro sector, embrujado por el aire "gamberro y canalla" que envuelve en cierta medida a la muestra. "Probablemente no pisen a lo largo del año ningún otro teatro o cine. En alguna ocasión me han comentado que para ellos supone un oasis dentro de la oferta cultural institucional", concluye.
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