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Crónica:MÁLAGA 0 - REAL MADRID 4 | FÚTBOL | Novena jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un tiempo fascinante

El Real Madrid se exhibe en los primeros 45 minutos y arrolla al Málaga

José Sámano

Un Madrid por bulerías, arrollador y artístico, se exhibió en Málaga, donde el fútbol brindó por el equipo de Mourinho durante un primer tiempo que resultó definitivo. En su vuelo supersónico, el Madrid dejó a su rival en el cascarón y evidenció de paso el trecho que separa a los jerarcas de toda la vida de los nuevos aspirantes. Lo era y es este Málaga de jeques, pero se topó con un gigante que le hizo padecer lo que significa el mal de altura. El Madrid le despeñó en todos los aspectos, en lo táctico, técnico, físico y anímico. El equipo visitante colonizó el juego desde el calentamiento, sin dejar un resquicio a la posible crecida del adversario, que solo asomó la cabeza cuando ya caía por 0-4, o sea, a partir del descanso. Despejado el marcador, en el segundo periodo, al homenaje se sumó Casillas, mayúsculo en su 428º partido de Liga con el Madrid, ya solo superado por Raúl, Sanchis, Santillana y Hierro.

MÁLAGA 0 - REAL MADRID 4

Málaga: Rubén; Jesús Gámez, Demichelis, Mathijsen, Eliseu (Monreal, m. 85); Toulalan, Apoño; Joaquín (Buonanotte, m. 77), Isco, Cazorla (Seba Fernández, m. 70); y Rondón. No utilizados: Pol; Sergio Sánchez, Maresca y Van Nistelrooy.

Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Sergio Ramos, Pepe, Marcelo; Xabi Alonso, Khedira; Di María (Callejón, m. 75), Kaká (Özil, m. 61), Cristiano Ronaldo; e Higuaín (Benzema, m. 68). No utilizados: Adán; Varane, Altintop y Granero.

Goles: 0-1. M. 10. Higuaín. 0-2. M. 22. Cristiano Ronaldo. 0-3. M. 27. Cristiano Ronaldo. 0-4. M. 37. Cristiano Ronaldo.

Árbitro: Mateu Lahoz. Amonestó a Eliseu.

Unos 29.000 espectadores en La Rosaleda.

Cristiano encadenó tres goles como tres soles y Casillas también tuvo su gloria

El conjunto madridista concedió la graduación que merecía un rival con reputados solistas y se tomó el partido como un reto. No hubo tregua y el Madrid tiró de catálogo: firmeza defensiva, gobierno central, fútbol total en ataque, donde todos interpretaron como ángeles la búsqueda del espacio, nada de mostrar la matrícula a los zagueros malaguistas, que pasaron un calvario. Tras un primer tiempo de bienaventuranzas, el Madrid mereció salir a hombros de La Rosaleda.

Desde que fuera despedido de Chamartín, a Manuel Pellegrini nunca le ha ido bien citarse con su exequipo. La temporada anterior encajó un 7-0 en el Bernabéu. Escarmentado, quizá por ello trastocó el dibujo: recuperó a Apoño, castigado por el técnico desde una bronca en el vestuario en la primera jornada, y, sobre todo, prescindió de Van Nistelrooy en favor de Rondón. Toda una señal de humo. Pellegrini envidó por un Málaga de largo recorrido, a la contra. La juvenil explosividad de Rondón, escoltado por Joaquín como segundo delantero, en detrimento de un futbolista ya muy zurrado. El observatorio del chileno no funcionó. El Madrid saltó el macizo como quiso y solo hubo un partido, el suyo, el que liquidó con un primer tiempo museístico.

Encapsulado el Málaga, al que le faltó pulso desde el inicio, el grupo de Mourinho se encargó de todo el relato, hasta que Higuaín hizo bingo tras un magnífico pase de Di María, otro que ahora muestra perfiles desconocidos. Di María, más proclive a regatear como quien lleva una lagartija en la cintura, fue el primer asistente. Un gol que retrató al Madrid. Primero por el enésimo desmarque puntual y preciso de Higuaín, que domina como nadie esta suerte. Nunca está, siempre llega y cuando lo hace pocos le detectan. No hay radar ante tipos como Higuaín, que, siempre camuflados, rodean como nadie el fuera de juego. Plantado ante Rubén, le dejó de lado y embocó. Sobre la línea de gol estaba Cristiano, pero listo, no le pudo el egoísmo. De haber empujado la pelota, CR le hubiera quitado un gol al Pipa, pero podía haber dejado sospecha sobre su posición. Ronaldo actuó con doble inteligencia.

El azote de Higuaín abrió el apetito madridista, que se tomó el duelo como algo más que un tránsito liguero. Es costumbre de este Madrid tirar de colmillo cuando se mide a equipos que flirtean con el segundo escalón de la Liga. Ramos y Pepe no dieron aire en defensa, Alonso tiró de pincel y el batallón atacante (Di María, Kaká, Cristiano e Higuaín) nunca estuvo al alcance de algún malaguista. Sostenía Mourinho el pasado viernes, que en esta pretemporada el plantel ha ensayado concienzudamente los movimientos ofensivos. El Madrid de este curso deja pruebas de ello. No hay atacante inmóvil, que actúe de poste, todos barren el frente y llegue por donde llegue la jugada siempre hay alguien en el área. Eso sí, no siempre el mismo.

Si había que medir al Madrid, no al contraataque sino ante un contrario con la persiana abajo, su nota fue sobresaliente. En su repertorio no hubo dianas a la contra. A la fiesta imperecedera de Higuaín se sumó Cristiano, que encadenó tres goles como tres soles. Uno también a servicio de Di María; resolvió con un delicado remate con la izquierda. En el segundo, mientras Higuaín distraía con astucia a Mathijsen, el portugués se sacudió a Demichelis como si fuera una mosca y remató desde fuera del área, seco, raso, imposible para Rubén. Lo del tercero fue operístico. Ramos, también picante en el área del contrario, cabeceó un córner lanzado por Di María y CR, en el punto de penalti, atacó la pelota con la suela, un suelazo. Un tanto que, de alguna forma, hizo rebobinar al que Johan Cruyff, más escorado que CR, firmó ante Reina en el Barça-Atlético de Madrid en la 73-74. Goles, aquél y este, ya incunables.

Un tiempo fue suficiente. Del resto se encargó Iker Casillas, imposible para el Málaga, que puso todo el empeño por maquillar la noche. No fue posible. Los postes y el capitán amarillo se lo impidieron. En este Madrid de aire sublime, todos tienen su momento de gloria.

Cristiano celebra uno de sus tres goles en La Rosaleda.
Cristiano celebra uno de sus tres goles en La Rosaleda.JULIÁN ROJAS

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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