3.000 años de última moda en Tebas
El Museo Egipcio dedica una exposición a la estética en tiempo de los faraones
El traje se pega como un guante a sus medidas de diosa. Parece ir a la moda. Pero es una moda milenaria y va ataviada para la eternidad. Embutida en un vestido rebosante que atraería todas las miradas en un cóctel, la divina Nut aparece en el pináculo de su belleza y sensualidad. Pintada en un fondo de sarcófago, estaba destinada a apretar su cuerpo para siempre contra una momia (de envidiable suerte). El destino la ha puesto ante nuestros ojos incrédulos.
Es una de las maravillas de la exposición Moda y belleza en el Antiguo Egipto, que puede verse hasta el 20 de julio en el Museo Egipcio de Barcelona, con un centenar de exquisitos e interesantísimos objetos procedentes de seis museos (la mayoría italianos) y de la propia colección del centro catalán. Entre las piezas -algunas inéditas-, que ilustran 3.000 años de moda del viejo país del Nilo (desde el periodo predinástico hasta la Baja Época, hace 2.500 años), destacan dos excepcionales túnicas de lino plisadas del Reino Antiguo, que cuentan la friolera de más de 4.000 años; un peine de marfil de antes de las pirámides; unas trenzas de cabello humano para fabricar pelucas; un pendiente de oro hallado por el mismísimo Champollion, y dos preciosas telas procedentes de la cachette de Deir El-Bahari, el escondite de momias reales encontrado por Maspero (con ayuda involuntaria de los saqueadores Abd el-Rassul) en 1886. Una de las telas (donadas al Museo de Antigüedades Egipcias de Turín por el Museo Egipcio de El Cairo), con un orillo lateral azul, apareció con la momia de la sacerdotisa de Amón Nesitanebisceru, y la otra, que quizá es la que cubría la de Ramsés III, está teñida de rojo (desher). Muchas más cosas sensacionales: paletas de cosméticos de hace 5.500 años; vasitos para ungüentos y perfumes; espejos; tubitos para kohol, el rímel de la época, con bastoncillo-aplicador de marfil; estelas; estatuas; relieves; joyas, todo relacionado con la idea de belleza de los egipcios, que hasta llevaban bolso.
El concepto de belleza iba entonces ligado a la salud y la higiene
"Egipto es el paradigma de la belleza y el inicio de la cultura de la belleza femenina, y masculina, que llega hasta nosotros; sorprende ver que hace 5.000 años señoras y señores ya se cuidaban", resumió Jordi Clos, cuya colección arqueológica nutre el Museo Egipcio. La directora del centro, Mariàngela Taulé, enmarcó la exposición como segunda parte del proyecto de colaboración internacional que llevó en 2008 a la celebrada exhibición sobre los sarcófagos hallados por Ernesto Schiaparelli en 1903 y depositados en Turín. El museo barcelonés ha colaborado, como entonces, en la restauración e investigación de objetos de primera categoría -y sin embargo a menudo perdidos en las reservas- de ese y otros museos italianos. "Con la excusa de hablar de temas vinculados a la belleza, presentamos unas piezas poco conocidas que se restauran expresamente". La directora destacó los hallazgos de expediciones arqueológicas del XIX y principios del XX, como la franco-italiana de Champollion e Hipólito Rossellini, de la que da testimonio la exposición.
La comisaria vuelve a ser Elvira D'Amicone. Apuntó que el tema, belleza y moda, puede parecer banal, pero muestra en realidad cómo consideraban los cuerpos los antiguos egipcios. Destacó que entonces el concepto de belleza iba vinculado a la salud y la higiene. "El maquillaje, por ejemplo prevenía el polvo en los ojos". La postura correcta y la compostura eran elementos de belleza, y los ornamentos cumplían una función no solo estética sino también de protección mágica.
En el recorrido por la exposición, la comisaria llamó la atención sobre el enterramiento excepcionalmente conservado de un niño en una cesta de mimbre ("no, no se llamaba Moisés", riñó), las huellas digitales de hace 4.000 años en un tapón de barro de un frasco y los tatuajes en lugares estratégicos (!) de las figuritas desnudas de "concubinas del difunto", que le acompañaban al más allá para alegrarle la (otra) vida.
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