La derecha de Messi también es buena
Hay partidos aparentemente sencillos, a favor de inventario, que sirven para descubrir cosas insospechadas, como que Messi es muy capaz de meter hasta dos goles con la pierna derecha, que Xavi cabecea como un ariete, que Pedro desborda a un lateral en carrera; o que Puyol actúa en el área contraria igual que en la propia, es decir, que la cuestión está en evitar que la pelota pase la línea de meta. Así se constató ayer en el Camp Nou con la visita del Racing. No hubo más noticia que la sorprendente manera en que los azulgrana batieron a Toño, que muy bien pudo poner a caldo a su zaga, más espectadora que protagonista de las jugadas de un partido sin hilo, inanimado a menudo, salpicado de momentos inspirados.
BARCELONA 3 - RACING 0
Barcelona: Valdés; Alves, Piqué (Abidal, m. 8), Puyol, Maxwell; Xavi, Thiago, Iniesta (Keita, m. 71); Pedro (Adriano, m. 72), Messi y Villa. No utilizados; Pinto; Fontàs, Busquets y Mascherano.
Racing: Toño; Francis, Álvaro, Bernardo, Christian; Diop (Torrejón, m. 82), Tziolis (Edu Bedia, m. 54); Jairo, Adriano, Munitis; y Koné (Arana, m. 65). No utilizados: Mario; Cisma, Serrano y Stuani.
Goles: 1-0. M. 11. Messi. 2-0. M. 27. Xavi. 3-0. M. 67. Messi.
Árbitro: Ayza Gámez. Amonestó a Diop.
82.225 espectadores en el Camp Nou. Antes del inicio del partido se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Chus Pereda, fallecido el pasado 27 de septiembre a los 73 años.
Pedro fue más extremo que nunca e Iniesta recuperó su mejor tono
Los sorprendentes tantos del argentino y de Xavi alegran un partido inanimado ante el Racing
Nadie reparó anoche en el virus FIFA, que funciona como la gripe, ambos igual de comunes. No se sabe cómo hay que prevenirlo, porque igual pasa de largo que no te lo sacas de encima, por más que se combata. A Messi, Xavi, Puyol y Pedro les vino bien empalmar el encuentro de selecciones con el de su equipo. A La Pulga más que nadie, sobre todo para levantar el ánimo. A Piqué, en cambio, le costó una elongación en los isquiotibiales, un pinchazo en el bíceps femoral derecho, la lesión que martiriza al vestuario del Barça. Los recursos del Barcelona, en cualquier caso, son infinitos, y ya se sabe que no hay antídoto contra La Pulga.
El partido duró 10 minutos, el tiempo que tardó Messi en entrar en juego después de un esforzado monólogo del Racing. Apretaron los cántabros nada más salir al campo y se achantaron los azulgrana, como si extrañaran la alineación, pendientes también de la pierna del reaparecido Piqué. Al central se le estiró el músculo después de un cambio de orientación y se paralizó el Camp Nou. La hinchada se preguntaba por las reiteradas lesiones y el equipo estaba paralizado desde que el árbitro dio inicio al partido.
Tomó entonces la pelota Iniesta cerca del área contraria y aguardó la llegada de Messi. El manchego se dio media vuelta y tocó para el argentino, que se hizo invisible para sus dos marcadores, tiró por el camino de en medio, regateó con la zurda la salida del portero y cruzó a la red con la derecha. Al rato apareció Xavi desde la segunda línea y cabeceó un centro de Pedro, ayer más extremo que nunca. Y más tarde Puyol sacó para afuera un balón que entraba en el marco cántabro. A veces jugar en espacios muy reducidos, como propuso el Racing al Barcelona, provoca situaciones rocambolescas.
Al equipo cántabro le perdió la juventud y la ingenuidad frente a un adversario disperso, poco fluido en su juego, desconectado, y sin embargo muy resolutivo y especialmente deslumbrante en determinados instantes. Los aficionados repararon especialmente en Messi, al que volvieron a tumbar en el área por dos veces y, de nuevo, el árbitro se hizo el longuis. Ocurre que La Pulga acostumbra a seguir la jugada y puede que los colegiados piensen que hay que dejarle porque lo más seguro es que meta gol. No hay manera de que le piten un penalti a Messi y al Barça. La Pulga, sin embargo, engorda cada jornada sus números. Ayer metió un segundo tanto después de que el palo rechazara una volea de Iniesta, exquisito en el control del balón, en el pase de izquierda a derecha, en el tiro. El manchego recuperó las mejores sensaciones en un partido para solistas. Apenas hubo función colectiva por parte del Barcelona.
Recuperó Guardiola la defensa de cuatro y el equipo se perdió a menudo en la cancha, puede que por la falta de un mediocentro natural, demarcación que ayer ocupó el versátil Thiago.
Había que administrar fuerzas ante el calendario que le aguarda al equipo -ocho partidos en tres semanas y media- y resolver el encuentro sin mayores contratiempos después de un par de semanas de extravío por las cuentas de Laporta y la melancolía de Bojan desde Milán. La respuesta del equipo fue de todas maneras más que correcta, sobre todo por los goles, chispeantes en un choque de perfil bajo, apagado.
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