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La ONU acusa a las fuerzas afganas de tortura sistemática

La OTAN deja de entregar prisioneros a los servicios secretos

Yolanda Monge

Naciones Unidas esboza un escenario atroz de la situación de la tortura en Afganistán, que considera "sistemática", hasta tal punto de que, el pasado mes, tras tener acceso a un primer borrador del informe, las autoridades de la OTAN decidieron no entregar más prisioneros a la policía afgana o a los servicios de inteligencia de ese país en determinadas zonas, porque consideraron que sus derechos serían violados y su seguridad física amenazada.

Según el informe, hecho público ayer en Kabul por la organización internacional, los detenidos son colgados por las manos, azotados con cables, se les arrancan las uñas de los pies y sus genitales son retorcidos hasta que pierden la consciencia debido al dolor. "Existen pruebas de un convincente y sistemático patrón de tortura y pésimo tratamiento hacia los prisioneros", durante los interrogatorios en cerca de la mitad de los efectuados por el servicio de inteligencia, conocido como Directorio Nacional de Seguridad, dice el documento. Según los investigadores de la ONU, el maltrato de la policía nacional es menos brutal y está menos extendido.

A los detenidos se les azota, se les retuercen los genitales y se les arrancan las uñas

Tras revisar el informe, el Gobierno de Kabul ha emitido una larga respuesta en la que asegura que no existe uso sistemático de la tortura -que no se aplican descargas eléctrica a los detenidos ni se les cuelga de los pulgares-, pero reconoce que existen "deficiencias" en el respeto a los derechos humanos propias de un país desangrado por guerras y que a diario se enfrenta a ataques suicidas y otras formas de terrorismo.

Elaborado por la misión de la ONU en Afganistán (Unama), el informe se ha basado en entrevistas a 379 detenidos en 47 centros de detención distintos y cárceles de 22 provincias, realizadas entre octubre de 2010 y agosto de 2011.

Los datos que ahora salen a la luz suscitan dudas éticas sobre la aportación de fondos de terceros países -sobre todo estadounidenses- a un país y a unas fuerzas que emplean la tortura, y más aún ante la próxima transferencia de la seguridad a las fuerzas afganas por parte de la coalición internacional. Si el Gobierno de Kabul no remedia la situación, organizaciones de derechos humanos de EE UU podrían hacer valer la cláusula de la ley norteamericana conocida como Enmienda Leahy, que obligaría a cortar la financiación por parte de Washington de las fuerzas afganas de seguridad.

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La Convención de Naciones Unidas contra la Tortura prohíbe que un detenido sea transferido a la custodia de otro Estado soberano donde se considera que existe riesgo de que sea torturado. De esa manera, el jefe supremo de la OTAN en la zona, general John Allen, decidió poner freno a todas las entregas de presos de la insurgencia a 16 de los centros identificados como más problemáticos tras tener acceso a un borrador del informe de la ONU el pasado mes de septiembre.

Presos talibanes en la cárcel de Shibergán (norte de Afganistán).
Presos talibanes en la cárcel de Shibergán (norte de Afganistán).REUTERS

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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