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Un estudio censa casi 5.000 asociaciones culturales activas fuera de las ciudades

Que la cultura existe más allá del monte Gaiás y de la proliferación, ahora presumiblemente en su ocaso, de infraestructuras asociadas a los bancos y cajas lo demuestra la existencia de casi 5.000 asociaciones activas en los ayuntamientos menores de 50.000 habitantes. Esa es, al menos, la cantidad censada en el informe A situación sociocultural dos concellos galegos de menos de 50.000 habitantes, redactado por los profesores Xesús Lage Picos, Xosé Elías Trabafa y Mercedes Gestido. La publicación corre a cargo del Consello da Cultura Galega.

Los datos, recogidos en un trabajo de campo realizado entre el 10 de octubre de 2008 y el 10 de febrero de 2009 y que abarca 273 municipios, constatan exactamente 4.955 agrupaciones. De ellas, un 24,2% aparecen definidas como "asociaciones culturales o centros socio recretaivos con actividades culturales". Después figuran las asociaciones de vecinos (16,3%), las musicales o corales (10,4%) y los clubs deportivos (10,1%). Con menos presencia, pero igualmente determinantes para mapear el tejido asociativo del país, son mencionadas las organizaciones de mujeres, cívicas o juveniles, y los grupos de danza.

Los materiales que ofrece el informe no se detienen en la cartografía de esta tupida red de, en palabras del presidente del Consello, Ramón Villares, "autoorganización cultural". El documento ofrece una foto fija de la "institucionalización" de las políticas culturales en el minuto anterior al estallido de la crisis. "Los servicios culturales", expuso ayer Lage Picos, "han sido los últimos en incorporarse al Estado de bienestar". La constitución de departamentos específicos de cultura -unos 60 en los 273 ayuntamientos estudiados, con un 60% de contratos indefindidos-, la construcción de infraestructuras o la programación regular de actividades solo se normalizaron muy recientemente en Galicia.

Pero el reventón de la economía neoliberal ha frenado la progresión. Tampoco la previsible desaparición de la obra social de lo que fueron las cajas de ahorro contribuye a despejar el horizonte. "Insisto", concluyó Xesús Lage, "en que la importancia de la cultura no solo como identidad, sino como proyección económica, turística o de defensa del patrimonio. Ver la cultura como un gasto es no tener miras".

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