Cuando el anonimato marca la diferencia
Junior, 43 años, no tiene empacho en reconocer que hace cuatro años era otra persona, atracaba a gente en los cajeros a punta de navaja para poder comprar droga. "Me metía cualquier cosa, el caso era no tener la bombilla encendida", dice con ganas de compartir su experiencia, pero con la mirada clavada en el suelo.
Vivía en la calle y de vez en cuando jugaba al fútbol con otros indigentes en la Fundación Rais. En 2009, gracias a un trabajador social que se apiadó de "la espiral de autodestrucción" en la que había entrado, ingresó en la Fundación Recal, un centro para el tratamiento de adicciones. Hoy hace 27 meses y dos días que Junior no se droga. También hace 12 meses que este hombre de cabello revuelto y "muy cascado" trabaja en una empresa de limpieza. Se lo debe a quienes le han ayudado, a su fuerza de voluntad y a la Fundación Integra, que desde hace 10 años hace de intermediaria entre ONG y empresas para buscar empleo a "las personas con más riesgo de exclusión".
Un empleo puede ser la llave a una nueva vida. La Fundación Integra ayuda a quienes lo tienen crudo
Creada en 2001 e impulsada por Ana Botella (presidenta fundadora), a esta fundación llegan aquellas personas que las ONG entienden están preparadas para empezar una nueva vida. "La fundación media entre ambas partes", dice Ana Muñoz de Dios, su directora, que antes trabajó en banca y en cooperación al desarrollo en la Comunidad de Madrid. "Ayudamos a quien más difícil lo tiene: expresidiarios, exdrogadictos, exprostitutas, víctimas de violencia de género... Personas que cuando se quieren incorporar al mercado laboral están en clara desventaja", continúa. "Un empleo es mucho más que un sueldo. Les ayudamos a valorarse y a ser autosuficientes". "Y a estar ocupados", interviene Junior, sentado a su lado. "Eso es muy importante. Y la ilusión".
La fundación les prepara con entrevistas ficticias, les explican la importancia de la actitud y hacen un seguimiento de todos ellos. Una de las claves del proyecto es que se mantiene en secreto sus pasados. Solo lo conoce el director de recursos humanos y es el propio integrado quien debe decidir si quiere compartirlo con sus compañeros. Junior ha decidido contarlo, pero Muñoz de Dios explica que la mayoría prefiere guardárselo para sí mismos "e intentar olvidar".
Desde su creación, la fundación estima que ha logrado la inserción de 1.966 personas (el 66% mujeres). Y en lo que va de 2011, "y con la que está cayendo", han insertado a 500 personas. Empleos de limpiador, camarero, ayudante de cocina, en almacenes, empresas de transportes...
Colaboran con 100 ONG y unas 70 empresas ( Cofares, Alsa, Carrefour, Vips, Eulen, Barceló, Acciona, Ferrovial o Freixenet, entre otras) ¿Son relevantes los beneficios fiscales que obtienen por estos contratos? "500 euros por trabajador al año", dice Muñoz de Dios. "Mucho menos que los 3.500 que se obtienen por contratar a un discapacitado; no es relevante. Lo que sí cuenta es la satisfacción que sienten los directores de recursos humanos. En el 85% de los casos su valoración es muy positiva. Y cuando no lo es, suele ser por retrasos y similares, no por otro tipo de problemas".
Para celebrar su décimo aniversario, la Fundación Integra -en colaboración con la agencia de publicidad China- ha organizado una exposición de fotografía con 25 retratos de personas anónimas, una forma de resaltar la relevancia del anonimato en la integración de estos trabajadores. Entre los retratados hay empleados integrados, pero también directivos y otros trabajadores. Sus identidades quedan a la imaginación de cada uno. Para terminar de cerrar el círculo, los fotógrafos -que han colaborado gratis y entre los que se encuentran Alberto García-Alix, Amparo Garrido, Rafa Gallar o Sofía Moro- tampoco han firmado sus retratos.
Veinticinco retratos iguales. Del 12 de octubre al 15 de noviembre en CentroCentro, Palacio de Cibeles. De martes a domingo, de 10.00 a 20.00.
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