"Hay que aclarar bien lo que se entiende por droga"
El sociólogo Sami Naïr reflexiona sobre los problemas de la drogradicción y aporta claves para prevenirla
El prestigioso sociólogo y filósofo francés Sami Naïr (Tlemcen, Argelia, 1946) clausuró el viernes con una conferencia en la Universidad de Deusto el congreso Familias, adolescentes, drogas, organizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y el Ministerio de Sanidad. Tras hablar una hora ante un nutrido auditorio, accedió a comentar a EL PAÍS, periódico del que es colaborador habitual, su punto de vista "como ciudadano" sobre los problemas que genera la drogadicción, un tema que, advirtió de antemano, no es su especialidad. No fue lo único que reconoció a lo largo de la conversación. Entre risas, dijo que no se ha drogado nunca: "¡Y eso que viví en primera persona lo del 68, cuando olía a hachís por todas partes!"
A su juicio, las claves para la prevención del consumo de sustancias prohibidas pasarían, en primer lugar, "por aclarar bien lo que se entiende por droga". "Es un concepto elástico, que no se define sólo a través de la ley. La ley es rigurosa con algunos aspectos, pero hay sustancias que también son drogas y están permitidas", considera. A partir de ahí, apuesta por una despenalización del uso. Aunque advierte: "La droga debe ser un asunto del Derecho Civil y no del Penal. Ahora bien, hay que poner en marcha reglas, a menudo rigurosas, que eviten la expansión de estos productos y, sobre todo, que permitan luchar contra las grandes mafias. Y la despenalización debería hacerse con seguridad; la seguridad del individuo en cuanto a su salud, evitar que esta se ponga en peligro, y la seguridad de la sociedad, del orden público, que no se vea amenazado".
Una de las tesis de Naïr es que la globalización ha favorecido el nacimiento de un modelo social basado en el auge del individualismo. En un contexto así, las drogas tienen terreno abonado para campar a sus anchas. "La competencia es feroz, y los individuos van a estar cada vez más cansados de luchar, por lo que la droga puede llegar a convertirse en un sustitutivo de ese estado de competencia permanente", dice. "En Francia", rposigue, "tuvimos el caso de los suicidios de France Telecom, que demuestra lo que está pasando. Los trabajadores se suicidan porque no se drogan, y hay muchos que no se suicidan porque se drogan. La manera en la que las multinacionales ejercen la dominación sobre los trabajadores es terrible".
En un contexto de ese tipo, la búsqueda de elementos de evasión es cada vez más importante. "Y ahí entra la droga", reflexiona. El sociólogo se muestra partidario de legalizar sustancias como la marihuana y el hachís siempre y cuando "el concepto de seguridad esté bien elaborado", pero rechaza que se pueda acceder libremente a la cocaína, así como a "otras muchas drogas".
Naïr lamenta que los mercados sean hoy más importantes que las sociedades, "la clave de todos nuestros males". "De ahí viene la mercantilización de los sujetos sociales, que deben luchar para escapar a las coacciones del mercado", apunta.
Pese al pesimismo que apuntan en parte sus palabras, deja una puerta abierta a la esperanza: "El pesimismo es necesario para entender la realidad de la profundidad de la crisis de las relaciones sociales, pero el pesimismo sin porvenir es un suicidio y la aceptación de lo peor, de lo intolerable", incide. "Siempre hay que rebelarse contra lo intolerable, en nombre de la dignidad del ser humano. El pesimismo necesita ser apoyado por el optimismo de la voluntad", concluye.
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