La Uganda más oscura
Hay otros mundos pero están en este. Existe, por ejemplo, Uganda, y existe su primera dama, Janet Museveni, que fue la auténtica impulsora allí de una ley antihomosexualidad, tal como revelan los últimos telegramas que Wikileaks ha volcado en la Red (sin ninguna edición periodística). La disposición llegó a contemplar incluso la pena de muerte, según la información que ha salido a la luz, pero fue finalmente desestimada.
Con el afán de terminar con semejantes excesos, hace unas semanas se creó en Londres una organización llamada Kaleidoscope. Su objetivo: combatir la homofobia, muy en particular en África y Oriente Próximo.
Uganda ha entrado de inmediato en su agenda, pues es el país donde las agresiones contra los homosexuales han resultado más violentas. Un activista, David Kato, fue recientemente liquidado a golpes después de que su foto apareciera en la portada de una publicación local, bajo la exhortación a que se le diera muerte.
En ese contexto, si la propuesta de ley de Janet Museveni no ha salido adelante se debe a las presiones de potencias europeas que quieren ahorrarse ese motivo de extrañamiento con un país en general bien visto en Occidente.
Más de un tercio de los 193 países miembros de la ONU contemplan en su ordenamiento jurídico algún tipo de sanción, y en ocasiones incluso la muerte, contra la práctica de la homosexualidad, y de ellos al menos 40 forman parte de la Commonwealth, la comunidad que preside Isabel II, soberana de Reino Unido.
Junto a Uganda y otros países africanos como Nigeria, donde también la mayoría de la población es musulmana, es el arco medio-oriental, del Mediterráneo al Golfo, lo que más preocupa a Kaleidoscope. El Corán condena la homosexualidad, pero no de manera más virulenta que lo hace la propia Iglesia católica.
Sea como sea, la llamada primavera árabe ha agitado ese mundo. En el islamísimo Irán, por ejemplo, centenares de anónimos internautas se han sumado recientemente a una página de Facebook llamada Estamos en todas partes. En ella comparten sus historias personales, que son equivalentes a lo que en Occidente se llama salir del armario.
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