Con los pies en el cielo
Poesía. En Rafael Pérez Estrada (Málaga, 1934-2000) se cumplen ciertas condiciones que lo tornan invisible más allá del círculo de sus adeptos. A saber, llegó a la literatura cuando algunos coetáneos ocupaban ya las primeras filas, y tardó en encontrar su voz propia, lo que lo hace dos veces rezagado; está a horcajadas entre géneros, a cuyos códigos, convenciones y fronteras no se atiene; y se presentó a sí mismo en el ágora como un diletante que mariposeaba entre la literatura y otras labores (fue un excelente dibujante), con los pies en el cielo y la cabeza en sus bestiarios, heráldicas, lapidarios o angelologías, desentendido del escalafón. No extraña entonces que, al igual que los toreros de toreros, sea un autor de culto (léase sin lectores del común, ausencia que no resulta contrapesada por los elogios de sus colegas, únicos pretendidamente capaces de justipreciar su arte). Pero si las notas anteriores pueden darse, con los distingos precisos, en otros varios escritores, hay una en verdad excepcional, solo compartida con poquísimos nombres de su siglo: es un poeta de luz mediterránea e imaginación atlántica, cuya escritura aérea, burbujeante y fascinadora da vida a muchos rostros, refractaria a lo costroso, lo enfático, lo costumbrista, lo mesetario, lo didáctico o lo moralizante en estuche de corolario. Todo lo cual convierte a este geómetra de los sueños en rara avis, tanto al menos como ese pájaro de un texto suyo que nace entre prismas de cristal, descompone la luz en abanicos irisados, escucha confidencias amorosas de las muchachas y anida en los vitrales de las catedrales góticas. La obra de Pérez Estrada, insumisa a las taxonomías como cabe deducir de lo dicho, es extensa y apenas difundida, pues buena parte de ella apareció en ediciones de autor o de artista, fuera de los circuitos que llamaremos, con poético optimismo, comerciales. De ahí la oportunidad de Un plural infinito, antología ordenada cronológicamente de su poesía en verso y -sobre todo- en prosa, que a los efectos prácticos constituye un libro nuevo. Aunque estamos ante un volumen para lectores y no para estudiosos, hubiera sido conveniente referenciar su bibliografía completa, y no solo los títulos de que proceden las composiciones elegidas; más en cuanto que varios no se han utilizado para esta selección y no es fácil conseguir esa información de otro modo. Apasionado y reivindicativo, el prólogo de Jesús Aguado, que ha cuidado de la edición, es un ejercicio creativo o, si se quiere, un prólogo de (excelente) poeta: más una antorcha que arde que una linterna que ilumina, de espaldas a sí misma, los textos de este autor tocado por la gracia.
Un plural infinito. Antología poética
Rafael Pérez Estrada
Edición de Jesús Aguado
Fundación José Manuel Lara
Sevilla, 2011
368 páginas. 20 euros
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