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Reportaje:

Ensayo en Lavacolla ante la inminente apertura de la nueva terminal

Aena prueba con figurantes la nueva terminal para detectar "posibles anomalías"

No hay últimas llamadas ni retrasos en los vuelos, y en la nueva terminal del aeropuerto de Lavacolla, en Santiago, ningún avión aguarda instrucciones para despegar. Sin embargo, frente al mostrador de facturación número 26, treinta personas forman fila, maleta en una mano, pasaporte en la otra, mientras esperan listas para viajar. La pantalla apunta que el vuelo de Ryanair con destino a Roma saldrá a las 11.55 por la puerta 14.

Quedan 13 días para que el edificio de 74.000 metros cuadrados de cemento y cristal abra sus puertas y se estrene con un Santiago-Madrid a primera hora de la mañana. Hasta entonces, Aena se asegura de que las infraestructuras, los sistemas y el equipamiento funcionan correctamente. Con 450.000 euros de presupuesto para tres simulacros, 350 figurantes prueban las instalaciones como falsos pasajeros para detectar posibles errores que corregir. Este es el segundo ensayo que se realiza en el aeropuerto (el primero fue el pasado martes), y de momento, según Ángel Gallego, director de Transición de Aena, los resultados están siendo favorables. "Tenemos que ajustar ciertas cuestiones de megafonía, aire acondicionado o sistema de inspección de maletas", comenta Gallego, "pero las anomalías no son distintas de las de otras terminales donde hemos actuado".

Los simulacros de Santiago tienen un coste total de 450.000 euros
Al escoger a los 350 pasajeros falsos se tuvo en cuenta su edad y empleo

Los 100 viajeros ficticios que se han contratado para la prueba de embarque se dirigen ahora al escáner, donde los empleados les cachean y controlan el contenido del equipaje de manera rutinaria. Dejan atrás una librería aún vacía y las verjas echadas de los puestos de información. Virginia, de 38 años, que lleva meses en el paro, comenta que encontró la oferta de empleo en la página web Infojobs. "Es un trabajo un poco peculiar", sonríe, "me pagan 45 euros, y además me dan de alta en la Seguridad Social por un día".

Breogán, de 28 años, estudia Relaciones Laborales en Santiago. Mientras se vuelve a poner el cinturón y recoge su chaqueta de la bandeja de plástico blanco, valora la terminal, que no le parece gran cosa. "Es igual que todas las que vi hasta ahora", confiesa. "Cogí este empleo porque es bastante relajado, y mejor que estar en casa".

A Adrián, de 24, estudiante de Derecho, le parece "muy interesante" ser de los primeros en ver el edificio. "Es muy moderno", secunda su amigo Fran, de 26, ahora en el paro. "La verdad, no tenía nada más que hacer por la mañana y me pareció curioso venir hasta aquí", explica.

La edad de los turistas se mueve entre la veintena y la treintena. Esto no es una casualidad. Gallego comenta que los figurantes fueron escogidos de entre unas 4.000 solicitudes por parte de Crezca, una empresa de trabajo temporal. "La selección se realizó en función del tipo de pasajero que normalmente tiene Lavacolla", comenta el jefe de Transición. El perfil, aclara Luis Rey, director del aeropuerto compostelano, "lleva sufriendo variaciones en estos últimos años". "Es más joven", comenta, "y está más asociado a vuelos de bajo coste y escala reducida, pero con un componente de compañía tradicional, de alianzas. Un perfil mixto".

El grupo de viajeros llega finalmente a la puerta de embarque. Una tienda cerrada de Adolfo Domínguez, el clásico duty free con el que todo aeropuerto cuenta y una cafetería todavía en obras, que un albañil prepara entre botes de pintura, les dan la bienvenida. La gente se acomoda por fin en los únicos asientos del recinto mientras la azafata anuncia la inminente salida del vuelo fantasma. Las pruebas no solo sirven para asegurar la buena gestión de las infraestructuras. "Tratamos de familiarizar a los futuros empleados con las instalaciones, y además, hay un proceso de formación de su puesto de trabajo", explica Ángel Gallego.

Aena lleva cinco años realizando estos simulacros. El primero, en febrero de 2006, fruto del nacimiento de la Dirección de Transición para probar la T4, su satélite y las dos pistas nuevas del aeropuerto madrileño de Barajas. Desde entonces, El Prat de Barcelona en 2010 o el Costa del Sol de Málaga en 2010 fueron algunos de los escenarios de los ensayos. La calificación de las mismas "está en una media de siete puntos sobre diez", explica el director de Transición, "y podría decirse que Lavacolla está un poco por encima". "Las anomalías que nos encontramos son menores, en número y en categoría".

"Aún queda un simulacro más, el 7 de octubre, en el que probaremos los accesos y el aparcamiento" (de seis plantas y 3.400 plazas), comenta Gallego, que confía en que todo salga según lo esperado. "Pensamos que el día de la inauguración todo funcionará con normalidad", sentencia. En la nueva terminal, el eco de un taladro y los incesantes martillazos ahogan sus palabras.

ANXO IGLESIAS

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