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Columna
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Esto son matemáticas

Hace solo unos días, llegó al estrado con su balanceo de jugador de los Lakers, miró fijamente a algún punto del espacio interestelar y espetó esa frase que ya ha dado la vuelta al mundo: "No hablamos de lucha de clases. Esto son matemáticas". Era Barack Obama, presidente de los Estados Unidos de América, y el resto del auditorio mundial pensamos en qué momento fatídico se vertieron esas palabras sobre la conciencia planetaria, en qué momento un presidente de los Estados Unidos citó a Marx involuntariamente y volvió a poner las cifras sobre el tapete verde de la mesa de negociaciones. Diez billones de dólares en los próximos tres años de ahorro en las cuentas públicas y una subida de impuestos -para gran parte de los estadounidenses Obama es un rojo- a las rentas más poderosas (curiosamente, la frontera en España y Estados Unidos se pone en los 700.000 euros de patrimonio).

El próximo puede ser el Gobierno con más gallegos que nunca en puestos estratégicos

El hombre que se cargó a Bin Laden, el hombre que quiso proponer una cobertura sanitaria universal para todos los norteamericanos, no tiene nada segura la reelección. Así son las matemáticas. Las matemáticas celestes que el poder financiero infló como un globo aerostático son ahora las cuentas terrenales del ahorro, del déficit, de la deuda, de la contención que hemos de pagar a tocateja en Galicia o en Illinois, aunque nos encontramos con que las recetas de los doctores difieren: Europa sigue siendo un club de egos que recuerda al continente de la Primera Guerra Mundial mientras que en Estados Unidos están dispuestos a seguir inyectando miles de millones de dólares en las venas del sistema económico para recuperar consumo y crear empleo. ¿Quién tiene la razón? ¿Quién no quiere a Papandreu?

Si en medio del berenjenal ponemos a nuestro Gatopardo de Pontevedra, que tiene la mala costumbre de echarle siempre la culpa a los demás y seguir lavándose las manos como Poncio Pilatos; si en medio de todo ponemos a un probable ocupante de La Moncloa que no dice toda la verdad en materia de recortes y de impuestos porque teme no dar por cumplido su sagrada ambición de ser presidente; si añadimos esa ecuación de que en diciembre nos gobernará un gabinete especialista en la dieta Dunkan del Estado del Bienestar, en el adelgazamiento prodigioso del déficit, de la privatización inclemente de los sectores y de la óptima relación con el poder temporal (la Banca) y el poder espiritual (la Iglesia), podemos llegar a la nefasta conclusión de que tendremos más que a un presidente de derechas a otro profesor de matemáticas.

Desde los tiempos de Suárez no ha habido acoso tan grande a un presidente español como el que ha sufrido Zapatero, un presidente cuyas luces se apagaron definitivamente en mayo de 2010 y que ha dado alas a la más mezquina interpretación de la política por parte del PP. Pero, si repasamos el mapa, vemos que no las cosas no le sonríen en absoluto a la brigada conservadora de la que tanto alardea Génova: Sarkozy ha perdido el Senado, Merkel empieza a tambalearse en los Estados federales, Cameron no da ni una desde que llegó a Downing Street e incluso en España vemos como se las gasta el nacionalismo conservador de Mas en Catalunya. Sentido común, se oye por ahí, o esto son matemáticas en la versión Obama, pero el paciente no mejora.

Resulta retórico hablar de Feijóo en esta tesitura. Aunque el naciente pueda ser un Gobierno con más gallegos que nunca en los puestos estratégicos, debemos apuntar a una de las características antes señaladas: todos ellos - Rajoy, Pastor, Feijóo- son grandes políticos en el arte de nadar y saber guardar la ropa, pero habrá que bajar al nudo del problema: a simple vista está claro que los maestros y los médicos son mucho más importantes que las televisiones y los trenes, pero resulta que estos últimos dan muchos más votos. Me gustaría citar en estos momentos a Churchill o a Roosevelt, esos hombres forjados en momentos de crisis, pero no vale la pena. Ya Botín, apretando el nudo de la corbata roja, se encamina hacia un nuevo Gobierno, ya Rato impulsa otro Fondo Monetario, ya Esperanza diseña la nueva élite de bachilleres que gobernarán España.

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