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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El tejido conjuntivo de la nación

Josep Ramoneda

En la Francia clásica, en la época de los últimos Valois y de los primeros Borbones, la literatura crea los rasgos distintivos de la nación francesa. Ni la poesía, ni el teatro, ni la novela, ni la elocuencia sagrada tienen un papel determinante en este momento cultural constituyente. Es la hora del ensayo, de las memorias, de los discursos, de las fábulas y de los cuentos. "La prosa pasó a ser a la vez asunto de Estado y vínculo social: el tejido conjuntivo de la nación francesa". Así puede sintetizarse La diplomacia del ingenio de Marc Fumaroli. Un libro clásico en los estudios literarios franceses, publicado en los años noventa, que ahora Acantilado recupera en español.

Marc Fumaroli es uno de los más reconocidos especialistas del siglo XVII francés. El libro reúne 16 ensayos publicados a lo largo de los últimos treinta años, dedicados a los grandes protagonistas de la eclosión de lo que sería el modo francés de entender el mundo. Los ensayos de Montaigne, las memorias del cardenal de Retz, el Discurso de Descartes, los cuentos de Perrault o las fábulas de La Fontaine son hitos destacados en la construcción cultural de la nación. No es que Fumaroli considere a Molière, a Racine o a Bossuet, ajenos al espíritu francés. Simplemente, cree que la verdadera singularidad de la cultura francesa en su dimensión más política y pública está en la prosa del racionalismo filosófico, del moralismo de las fábulas y de las sentencias, del pensamiento crítico de los ensayos. Si a Italia le pierde la estética, si Alemania está atrapada por el espíritu metafísico y trascendental, Francia es el lugar de la verdad y del racionalismo crítico.

La diplomacia del ingenio. De Montaigne a La Fontaine

Marc Fumaroli

Traducción de Caridad Martínez

Acantilado. Barcelona, 2011

704 páginas. 39 euros

Este triunfo de la prosa es, para Fumaroli, "una excepción francesa". Por aquellos tiempos, el estilo nacional francés se definiría "en fuerte antítesis con España". El resultado fue "el triunfo de una prosa sin afectación de arte" que "aún perdura". "Mesura, deber, ironía" definen la búsqueda incesante que preside los Ensayos de Montaigne y que Fumaroli considera el fundamento de l'esprit francés. Un espíritu que desconoce los ramalazos del ingenio español y se muestra pegado a la realidad y la experiencia. "De la inteligencia de su prosa", afirma Fumaroli, "pende el destino de los franceses".

Una pregunta se impone: ¿tiene sentido todavía hablar de cultura nacional? ¿Tiene sentido hablar del espíritu de una nación? Ciertamente podríamos decir, con Hegel, que hay rasgos distintivos en las maneras de hablar, de trabajar y de desear de los ciudadanos. La relación, los hábitos, la historia, la tradición impregnan y definen ideas recibidas comúnmente aceptadas. Cultura humana hay una, pero muchas decantaciones de ella. Felizmente las culturas puras no existen y es en la contaminación entre tradiciones distintas que se va formando el tejido cultural de la humanidad. Durante mucho tiempo la ecuación de una lengua, una cultura, una nación igual a un Estado ha impregnado la modernidad, pero hace años que empezó la desacralización de esta fórmula legitimadora de las políticas nacionales. Fumaroli no pone tanto el énfasis en la cultura como en los rasgos de la nación. La prosa no poética sería, en este sentido, el mecanismo que engarzaría cultura popular y cotidiana con alta cultura, ideas recibidas e ideas innovadoras, vida privada y vida pública, ciudadanía y política. De hecho, en la Francia republicana, la ciudadanía será una pieza esencial de esta ciceroniana cultura. Los Ensayos de Montaigne como tejido conjuntivo de la nación.

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