_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El pecado

Elvira Lindo

Raro este país nuestro en el que nadie dice lo que gana o lo que tiene. Es sin duda una manera de protegerse de la envidia; una táctica para librarse de los pedigüeños; en el mejor de los casos, el deseo de no herir al que no lo tiene. Un decoro inculcado en nuestro catálogo moral por la tradición católica. En ese respeto a las tradiciones, nuestras derechas y nuestras izquierdas se parecen mucho más de lo que ellas estarían dispuestas a aceptar. El votante de derechas cree que si un personaje público de izquierdas tiene un patrimonio no está legitimado para defender la justicia social; el de izquierdas está dispuesto a desconfiar, por principio, de aquel que se enriquece pero también genera riqueza, es decir, del empresario. El dinero hay que llevarlo en secreto. Es un pecado.

Y van y se publican los patrimonios de los políticos. Y como nuestra mentalidad es la que es, eso alimenta discursos populistas y da lugar a comparaciones entre las casas que tiene uno y los garajes que tiene el otro. Como siempre, debates estériles. Del patrimonio de un político me interesa solo la diferencia entre lo que tenía cuando comenzó a representarnos y el presente; me interesa lo que gana en relación a su responsabilidad; la pensión que cobra en su retiro y los privilegios que supuestamente debe seguir disfrutando de por vida. El resto, la casa que heredó de sus padres o la que se compró con su sueldo, no me aporta nada, no es de mi incumbencia. Creo en la transparencia, por supuesto, pero en un país tan aficionado a culpabilizar al que se le supone un mínimo de bienestar todos los datos tienden a interpretarse torcidamente. En el fondo, esta transparencia que degenera en cotilleo nos aleja de lo esencial: saber si nuestra democracia goza de mecanismos para controlar la corrupción, un pecado hacia el que tenemos una gran tolerancia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_