El espacio común de la izquierda
Derecha e izquierda llevan ya años muy igualadas en número de votos en Galicia, aunque la percepción que se tiene de esta comunidad no es ésa, sino más bien que se trata de un feudo periférico de la derecha española. Es verdad que existen razones para fundamentar esa sensación, empezando por las mayorías absolutas de Manuel Fraga y de Alberto Núñez Feijóo -especialmente meritoria en el último caso-, pero también que existen motivos para poner en valor la importancia de la izquierda, que no solo gobernó unida en la Xunta sino que lleva años y años gestionando la Galicia urbana e importantes cabeceras de comarca. La pregunta, por tanto, no está solo en por qué, dentro y fuera de Galicia, se etiqueta esta comunidad como más conservadora de lo que es, sino en por qué aquellos que hacen posible ese resultado -PSdeG-PSOE y BNG- no lo incorporan a su lenguaje político, en el día a día y en sus mensajes centrales, a modo de autoafirmación compartida.
En Galicia no hay dinero para la enseñanza pero sí millones para determinados medios
A este extraño complejo de la izquierda en Galicia, que a veces se enreda en sí misma, se suman su tendencia al lamento y la autocrítica sin límites, especialmente acusada en el BNG pero también muy notoria en el PSOE. En Galicia hay una izquierda que parece ser feliz con que la derecha le perdone la vida y, lejos de presentarse como ganadora, asume el estilo del cabizbajo Lotina. Si bien no son éstos los mejores momentos para hablar del progreso de la izquierda, curiosamente víctima de una crisis financiera causada por la derecha económica y por políticas de la derecha neoliberal, sí lo son para advertir de los riesgos que corren BNG y PSdeG-PSOE si no mantienen su propia unidad y si no saben dar más alas a sus coincidencias que a sus diferencias, buscando, de paso, buenas ideas y nuevas políticas de corte socialdemócrata, impregnadas de galleguismo. Y, eso sí, siempre con alegría de vivir -como diría el desaparecido Laxeiro-, porque el debate de las ideas puede ser compatible con la regulación de las emociones.
Por muchos problemas que pueda tener el PSOE, que los tiene, el BNG es el partido que corre más riesgos, ya que si pincha en las elecciones generales de noviembre puede quedarse tocado políticamente y con la cartera vacía, puesto que su financiación depende especialmente de su presencia parlamentaria en Madrid. Quienes están alterando su unidad en momentos tan decisivos tienen críticas a buen seguro razonables, pero, sobre todo, interesantísimas para el PP y todos aquellos medios de comunicación afines a la derecha que tanto disfrutan diseccionando las estériles trifulcas de la izquierda y el nacionalismo. ¿Estériles? Pues va a ser que sí. Porque, en el fondo, aquí nadie se atreve a dar pasos en firme -y en positivo- como los que fragmentaron en su día la izquierda y el nacionalismo en Cataluña y Euskadi, donde si algo es evidente es que ni unos ni otros bajan jamás la cabeza ante la derecha y los medios conservadores. Claro que en Euskadi y Cataluña tampoco nadie ha caído en el papanatismo de querer competir con el PP comprando medios de comunicación de la acera de enfrente. Pero en Galicia sí, y de qué manera.
Galicia es un país en el que ahora, por ejemplo, no hay dinero para los profesores ni para las guarderías pero sí hay millones para determinados medios. Pero como hay miedo a decirlo, poca gente se entera. Es otra de las carencias de la izquierda en Galicia, que a menudo tiene miedo. Sí, miedo a poner en valor su verdadero peso electoral conjunto, miedo a defender sus ideas y miedo a los otros. Sucede también que hay quienes no tienen miedo pero viven fuera de la realidad del país, con lo cual no sirve de mucho que no lo tengan.
A partir de las generales, y una vez que pase también la asamblea del BNG, la izquierda de Galicia apenas tendrá unos meses para recomponerse y mostrarse como una alternativa de gobierno al PP. Feijóo habrá consumido casi la legislatura inmerso en una oposición a la oposición pero con una buena imagen personal. Los candidatos del PSOE -se supone que encabezados por Pachi Vázquez- y del BNG -ya veremos por quién- tienen, por tanto, un gran reto por delante, pero también una ventaja: esta película ya la vieron más veces y ya conocen el final de las anteriores. Si quieren, pueden luchar por cambiarlo. @J_L_Gomez
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