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Reportaje:SINGULAR | José Medina

La misión del cura camionero

El párroco de Somosierra confiesa y asiste en carretera a los conductores de tráileres desde hace medio siglo

Juan Diego Quesada

El párroco de Somosierra, José Medina, sintió en los años sesenta la llamada del camión en una venta de carretera, entre patatas guisadas y pucheros. El párroco de este pequeño pueblo de la sierra, partido antiguamente en dos por la carretera de Burgos y paso obligatorio de los transportistas que venían del norte, atiende desde hace medio siglo a los conductores de tráileres, a los que asiste, confiesa y bendice antes de que vuelvan al camino. En su parroquia, cuya entrada está decorada con una rueda, descansan los restos de dos conductores muertos en accidentes de tráfico.

José Medina (1935) nos recibe en su despacho de la calle de Legazpi, decorado con carteles de la DGT y revisteros repletos de publicaciones relacionadas con el mundo del camión. Medina entró en el seminario con 12 años y a los 25 se ordenó. A los curas jóvenes los enviaban a los pueblos más remotos, lugares a los que nadie quería ir. Medina acabó en Somosierra y se acostumbró a almorzar en el mesón La Conce, parada habitual de los camioneros que después pasaban la noche en una explanada cercana. En este establecimiento de cortinas alpujarreñas trabó amistad con muchos de ellos, a los que escuchó las confesiones más íntimas tras pasar horas a solas al volante. El párroco, que a esas alturas ya facilitaba información del tiempo y direcciones a los conductores por radiofrecuencia (en las ondas está prohibido hablar de política o religión), creó las bienaventuranzas del camionero. En ellas exalta la igualdad de los hombres (bienaventurado el que hace cruce de luces al ciclista y al Mercedes), la filosofía del buen samaritano (bienaventurado el hombre que detiene su coche ante la necesidad ajena) o a la autoridad (...el que reza por la policía de Tráfico). Esta última referencia hizo torcer el gesto a algunos automovilistas.

Hoy en día lleva un registro minucioso de los conductores muertos en ruta
Los profesionales reconocen su labor en el combate contra los tópicos

Poco a poco, Medina se fue haciendo muy conocido en el mundillo. Al calor de su iniciativa, la Iglesia creó la Pastoral de la Carretera para extender el trabajo del padre de Somosierra a otros puntos de la carretera. Aún hoy en día lleva un registro minucioso de los camioneros muertos en la ruta. "Veía a estos hombres y los consideraba unos héroes. En los sesenta no había ni asistencia en carretera. Ellos tenían que cambiar una rueda, imagina lo que es usar un gato con un bicho así tan grande...", rememora Medina. En una carta que le envió el colectivo de camioneros, guardada en un archivador como pieza de museo, le reconocen su labor por acabar con los tópicos de los conductores, caricaturizados como carne de club de alterne que lleva el retrato de una señorita desnuda en la cabina.

Contra esto el padre Medina ha hecho mucho. En sus bienaventuranzas subraya que el conductor que ve una mujer debe "respetar a la que es o será suya". Reconoce que le incomodaba montarse con transportistas que llevaban calendarios eróticos, por lo que ideó convertir a Rocío Dúrcal, la artista de moda en esa época, en la madrina de los camioneros. Dúrcal, a la que Medina consideraba un referente moral, acudía de vez en cuando a las misas que este oficiaba.

El cura camionero siempre se ha embarcado en empresas que requieren un esfuerzo titánico. Obnubilado con la bravura que demostró la caballería polaca a las órdenes de Napoleón frente a los cañones españoles, una batalla que se libró en el puerto de Somosierra en 1808, pidió por carta al papa Juan Pablo II que durante una de sus visitas a España hiciese referencia a la memoria de sus compatriotas. Debía hacerlo cuando sobrevolase el pueblo, rosario en mano. El arzobispo Tarancón tenía la misión de facilitar a su santidad las coordenadas. El padre José Medina estuvo ese día de 1988 pendiente de un aparato de radio de vuelos y motor a través del que esperaba escuchar la plegaria papal o, al menos, al piloto transmitir su mensaje. Somosierra estaba a punto de estar en boca del papa, acto que mucha gente del pueblo interpretaba como estar a la vera de Dios. Al final, el avión de Wojtyla cruzó el cielo de la sierra en el mayor de los silencios, o al menos el cura no escuchó nada. Sin embargo, enterado de su iniciativa, el tataranieto de André Niegolewski, el teniente que capitaneaba al batallón, condecorado en el lugar donde se libró la batalla con una insignia que el mismo Napoleón se había arrancado de la guerrera, contactó con él. Más tarde, el tataranieto visitó el pueblo. La limpiadora polaca del cura hizo de traductora.

Los hijos del camionero Ángel Castillo Pila esparcieron las cenizas de su padre en la parroquia de Somosierra, haciendo caso a su última voluntad, y la lápida de Antonio Sierra García, un conductor accidentando en Somosierra de quien nunca nadie reclamó el cuerpo está colgada en uno de los lados de la iglesia. "Siempre oraré por los camioneros en ruta y por los que han muerto en carretera". Palabra del cura camionero.

Arriba, la iglesia de Somosierra. Abajo, José Medina, cura del pueblo, con Rocío Dúrcal.
Arriba, la iglesia de Somosierra. Abajo, José Medina, cura del pueblo, con Rocío Dúrcal.S. BURGOS

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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