La crisis rompe el molde
Las marcas blancas golpean a las legendarias Bimbo y Panrico, nacidas en Cataluña en los años sesenta - Las dos empresas afrontan ajustes de plantilla
Pocos bares hay en Cataluña que no sirvan hoy biquinis. Pero el omnipresente sándwich de jamón dulce y queso no estuvo siempre en las cartas. Para empezar, porque el pan de molde industrial no llegó a España hasta 1964, cuando un empresario mexicano de origen catalán decidió crear en Granollers (Vallès Oriental) la primera empresa de pan industrial: Bimbo. Panrico, que inauguró su primera fábrica en Santa Perpètua de Mogoda también en los sesenta, no se conformó con importar los Donuts, y también le hincó el diente al pan de miga blanca. Aunque amasaron fortunas, hoy ambas están al borde del abismo. Bimbo tiene colgado el cartel de se vende y a Panrico, señalado entre los candidatos a comprar, se le atraganta su deuda multimillonaria con la banca. Trayectorias empresariales aparte, una de las causas del declive del pan de molde es la irrupción de la potente competencia que suponen las marcas blancas.
La empresa de los Costafreda abrió en China y Grecia. En 2006 cerró
Bimbo cuelga el cartel de 'se vende' y la banca acreedora controla Panrico
Bimbo nació en Granollers a imagen y semejanza de la empresa Bimbo que ya funcionaba en México, aunque pronto quedó desvinculada de esta y actualmente, aparte de compartir nombre, nada tiene que ver con su hermana americana. Comenzó su andadura en Cataluña, desde donde inundó España de rebanadas de pan blanco y pastelitos Tigretón. Ahora, y tras multitud de cambios en su propiedad, está en manos de la empresa estadounidense Sara Lee, que la ha puesto a la venta junto a los negocios de panificación que tiene en Francia. Sara Lee Bakery asegura que "ha recibido múltiples ofertas".
Antes de sacarla al mercado, cerró un trato con los sindicatos, que para evitar más de 600 despidos, han aceptado que sus 360 comerciales se conviertan en autónomos dependientes, otros 110 sean prejubilados y que el resto "realice las mismas tareas con un cambio sustancial en sus condiciones de trabajo, como en el salario", explica Miguel Ángel Fuentes, sindicalista de UGT. Lejos quedan los tiempos en los que el convenio de esta empresa marcaba el paso de casi toda la industria agroalimentaria catalana. En 2010 sus números rojos superaron los 12,5 millones de euros, a pesar de haber vendido buena parte de sus plantas de producción.
Panrico, por su parte, tiene atragantada una deuda de 350 millones de euros. La empresa está en manos de la banca acreedora, ya que su último dueño, el fondo de capital riesgo Apax Partners, que adquirió el 100% de la firma en 2005, no logró hacer realidad sus ambiciosos planes, que pasaban incluso por lograr su salida a Bolsa. Los Donuts y los Bollycaos no han llegado a cotizar y en el ejercicio de 2010, Panrico perdió 229 millones de euros, un 53% más que un año antes. La compañía hoy está bajo el control de los bancos acreedores y está siendo administrada por el equipo directivo que encabeza su consejero delegado, César Bardají.
El fundador de Panrico no venía de México, pero la idea también le llegó del otro lado del charco. Andrés Costafreda, panadero leridano, viajó en los sesenta a Estados Unidos junto a otros empresarios. Allí descubrió los bollos en forma de anilla con azúcar, las que darían origen a Donuts Corporación Española y poco después a Panifico Rivera Costafreda (Panrico). Trató de hacer fortuna fuera, y Panrico llegó a abrir fábrica en Grecia y en China. Ambas cerraron en 2006 para "concentrar la producción en la Península".
Fuentes de la propia empresa destacan la "solidez de la compañía", pese a su situación financiera y explican que la estrategia de refinanciación pasa por "un plan a largo plazo y en crear valor". El futuro pasa, indican, por "reforzar las marcas a través de la innovación, la comunicación y el servicio" y por el "desarrollo de productos sanos y atractivos que satisfagan las necesidades del consumidor en cada ocasión de consumo". Respecto a los productos estrella -Donuts y Bollycao-, Panrico asegura que no existe ningún riesgo respecto a su fabricación. Ni de estos ni de ningún otro producto, subrayan.
Sobre la posibilidad de perder puestos de trabajo, la firma responde que en los próximos años "se producirán cambios necesarios que implicarán tanto la pérdida como la creación de puestos de trabajo". De momento, desde el mes pasado está en vigor un expediente de regulación de empleo (ERE) temporal que durante seis meses afectará a 793 empleados de las fábricas de Santa Perpètua, Paracuellos, Sevilla y Murcia y a 28 de ventas. Muy al contrario de la voz de la empresa, el secretario general intercentros de CC OO en la compañía, Pedro Izquierdo, califica de "nefasta" la gestión de la compañía en los últimos tiempos.
Una historia del 'boom'
La compra de Panrico por parte del fondo de capital riesgo Apax Partners se fraguó en pleno boom económico. Fue en 2005 cuando protagonizó una de las operaciones más sonadas del sector agroalimentario al comprar Panrico, que valoró en 900 millones de euros. El fin de esa historia fue como el de muchas otras que arrancaron en esa época: pasó a manos de las entidades financieras como forma de pago de parte de sus deudas, que ascendían a más de 600 millones de euros.
En septiembre de 2010, Apax Partners pactó con los bancos acreedores -entre ellos ING, Caja Madrid y La Caixa- su salida de Panrico, Ese acuerdo supuso rebajar la deuda en 305 millones de euros y alargar el plazo de devolución en dos años, hasta finales de 2015. Además, la banca inyectó 30 millones para que la marca pudiera seguir invirtiendo y se realizó una ampliación de capital de 288 millones para convertir los créditos participativos en fondos propios.
Ahí terminó la aventura de Apax Partners, que en el momento de la adquisición planteó un plan de expansión que suponía varias adquisiciones para engordar las ventas de 566 millones de euros a 1.000 millones en cinco años. Al final de ese camino, Panrico debía salir a Bolsa. Pero hoy su reto es otro muy distinto.
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