"En Londres correré ya libre"
Más que una medalla es un medallón que pesa más ella, tan ligera, lo que lleva Natalia Rodríguez (Tarragona; 1979) en una bolsita de fieltro. Han pasado 24 horas desde que compitió y ha vuelto al estadio a que le imponga el bronce el presidente de la federación española, José María Odriozola, y a oír, a su pesar, el himno de la bandera estrellada que tanto emociona a la medallista de oro, la norteamericana Jenny Simpson.
Pregunta. ¿Cómo lo ve el día siguiente?
Respuesta. Estoy contenta porque he conseguido una medalla y eso hay que valorarlo, claro, cuesta muchísimo trabajo y todo eso. Pero por otro lado sigo diciendo que iba a por el oro y me he quedado con un sabor agridulce.
P. Su entrenador dice que no, que es tremendo ganar el bronce.
R. La verdad es que él se sorprendió bastante de que después de todo yo hubiera competido tan bien aquí. Y tan fríamente. Pero yo tenía muy claro lo que quería y... yo sé lo que tenía en el coco.
P. ¿Cómo es la noche después? Hay atletas que hablan de un vacío como el de una depresión postparto...
R. No es ni un momento de esplendor ni un vacío, es un término medio. Es saber que has trabajado duro y tienes tu recompensa, pero, claro, yo soy muy ambiciosa... Y también he demostrado que puedo. He estado muy cerquita del oro. Tampoco era descabellado pensar en eso.
P. ¿Es tan bicho raro en el atletismo español como parece? No parece que tenga tan desarrollado el sentido gregario...
R. Siempre he sido muy individual. Por eso compito así. Va con mi carácter. Nada de gregaria.
P. Es también, por ahora, y quizás por eso, la única medallista en una competición en la que España no está nada bien...
R. He leído algunas críticas fuera de lugar. Hay que ser realistas: no era un equipo como para esperar medallas. Pero es verdad que hay muchos atletas que han rendido por debajo de lo esperado.
P. Ninguno ha igualado su mejor marca de la temporada...
R. Hay razones para todos. Quizás el hecho de que el campeonato haya sido muy tarde, de que la temporada haya sido larga... Y también la lejanía de Corea, la necesidad de adecuarse a circunstancias adversas. Y muchos atletas, en lugar de luchar para acelerar el proceso, todo lo contrario.
P. ¿No fomenta el sistema el conformismo, que solo luchen para mantener la beca?
R. Puede ser. Todo influye. Está claro que este es un problema muy profundo. Solo vemos el síntoma, el resultado, no el origen. Es un problema que hay que atacar de raíz, es algo más serio.
P. ¿Le ha dado vueltas en la cabeza intentando dormir alguna imagen de la carrera?
R. La de los últimos 30-40 metros. La impotencia de ir clavada. Ver que una me rebasaba, otra...
P. Le quita brillo al bronce...
R. Sí, por supuesto. No es lo mismo conseguir un bronce adelantando a que te adelanten cuando vas primera.
P. ¿Pensó en dejar el atletismo tras lo de Berlín?
R. Nunca, aunque sí es verdad que en competición corría un poquito bloqueada a veces. Pero estaba motivadísima y con una rabia enorme. Quizás quien sufrió más fue mi entrenador, Miguel Escalona, lo pasó muy mal.
P. Sin embargo, en la final del jueves, usted justo se movió en el lugar en el que había tenido el incidente con Burka en Berlín. No parece casualidad...
R. No lo fue. Me pudo el ansia. Y no desaparecerá hasta que gane el oro. Pero en Londres correré ya libre, esta medalla me ha demostrado que puedo ganar, que lo de Berlín no fue una casualidad.
P. ¿Qué le ha dicho Odriozola cuando le ha puesto la medalla?
R. Nada, me ha saludado. Tengo entendido que no le gustó mucho como planteé la carrera ni cómo caí en la última recta.
P. Las dos últimas campeonas del atletismo femenino español, Marta Domínguez y Nuria Fernández, se han visto salpicadas por una investigación policial sobre el dopaje. La Guardia Civil las ha interrogado y a Domínguez le registraron la casa. ¿Puede tener en algún momento la policía motivos para registrar la suya?
R. No, nunca. Lo tengo muy claro. De hecho, lo primero que hice cuando vi que mi representante estaba implicado en la Operación Galgo fue romper con él. Para nada quería verme yo manchada. Me sentó fatal lo de Marta y lo de Nuria. El daño al atletismo, a mí misma.
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