El huracán Irene provoca enormes inundaciones en el noreste de EE UU
Al menos 30 personas han muerto y cinco millones han quedado sin electricidad
La costa noreste norteamericana iniciaba ayer las labores de limpieza y reconstrucción después del paso del huracán Irene, que provocó inundaciones en Nueva Jersey, Nueva York y, sobre todo, Vermont. En su avance hacia el Norte, Irene se cobró más de 30 vidas, las últimas por los desbordamientos de los ríos de Nueva Inglaterra. El huracán dejó a cinco millones de personas sin suministro eléctrico, y una buena parte de ellas seguía ayer sin recobrarlo. Según el Gobierno, de los 2,4 millones de evacuados, 9.000 seguían alojados ayer en 340 refugios de la Cruz Roja.
En Vermont, el gobernador, Peter Shumlin, aseguró que Irene ocasionó la peor catástrofe natural desde 1927. "Nos preparamos para lo peor y recibimos lo peor en la parte central y sureña del Estado", dijo. "El daño a nuestras infraestructuras es increíble". El domingo, el propio gobernador se planteó inundar Montpelier, la capital, para evitar que se desbordara una presa, algo que se pudo evitar a última hora.
La tormenta causa la peor catástrofe natural en Vermont desde 1927
La mayoría de las 30 muertes registradas hasta ayer fueron causadas por la caída de árboles. Algunos fallecieron electrocutados por el desplome del tendido eléctrico. También hubo numerosos accidentes de tráfico provocados por las extremas condiciones meteorológicas. Los servicios de emergencia esperaban que la cifra aumentara con las horas, dado que seguían buscando desaparecidos.
Irene tocó tierra varias veces. La primera, el sábado en Carolina del Norte; la segunda, en Nueva Jersey, y, por último, siguió avanzando, ya lejos de la costa, desde Nueva York hasta Canadá. Según aceleró en su desplazamiento, sus vientos fueron decreciendo en intensidad. Al llegar a Manhattan ya había sido degradado a tormenta tropical. Desde entonces, su principal efecto fueron las lluvias y la crecida de los ríos, que se esperaba que siguieran desbordándose hasta hoy.
Nueva York, que ordenó la evacuación de 370.000 ciudadanos, quedó casi indemne. Los efectos más graves fueron inundaciones, sobre todo en túneles, y la pérdida de suministro eléctrico para 50.000 personas. En una conferencia de prensa, el domingo, el alcalde Michael Bloomberg se justificó: "No queríamos arriesgarnos a perder la vida de un solo neoyorquino". En Washington, cuyo Gobierno advirtió de inundaciones, hubo solo árboles caídos y pérdidas muy localizadas de electricidad.
"Seguimos trabajando para solucionar los graves efectos del huracán, sobre todo las inundaciones en Nueva Inglaterra y la pérdida de suministro eléctrico en los Estados más al sur", dijo ayer en conferencia de prensa telefónica el director de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias, Craig Fugate. De momento, su agencia dispone de 900 millones de dólares (619 millones de euros) para labores de reconstrucción. Tanto Fugate como la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, defendieron las labores de prevención, a pesar de que Irene no llegara a ser la gran catástrofe que algunos gobernadores vaticinaron.
Muchos de ellos querían evitar el desastre vivido en Luisiana en 2005, donde la falta total de preparación fue un factor decisivo en la muerte de 1.800 personas al paso del huracán Katrina. Sobre las lecciones que su agencia aprendió tras aquellos destrozos, Fugate dijo: "Ahora no esperamos a que las cosas se pongan mal. Nos adelantamos a los problemas. Después del Katrina, en algunas instancias ni siquiera esperamos a que los gobernadores nos pidan que intervengamos".
El transporte comenzaba a recuperar ayer la normalidad. El sistema público de Nueva York volvía a funcionar después del primer cierre total de su historia. Las aerolíneas registraban vuelos completos, debido a que tuvieron que cancelar 9.000 trayectos. La mayoría de ellas esperaba volver a funcionar a pleno rendimiento a partir de hoy. El servicio de trenes de Florida a Boston también recuperó ayer la normalidad.
[La firma de evaluación de catástrofes Air Worldwide estima entre 3.000 y 6.000 millones de dólares el valor de las pérdidas aseguradas, una cantidad sensiblemente inferior a los 10.000 millones que preveían algunas compañías de seguros, informa Reuters].
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