Excesos de fuego
Si en estos días han visto el cartel de Lo contrario al amor, traten de olvidarse de él. La película no es tan mala como parece indicar ese desastroso objeto de diseño promocional. De hecho, tras dos tercios de metraje más que estimables, el debut en el largo del cortometrajista Vicente Villanueva parece a punto de convertirse en la gran revelación de la comedia española veraniega, entre alicaída y vergonzante, bajo mínimos en tiempos de barato costumbrismo televisivo. Lástima que se derrumbe con un último acto muy por debajo de lo demostrado hasta entonces.
Tras casi una década con cortos de éxito en ciertos circuitos (El futuro está en el porno, Heterosexuales y casados, La rubia de Pinos Puente), aunque excesivamente verborreicos, explícitos y a un paso de la petarda nadería, Villanueva ha ajustado mucho su estilo sin necesidad de abandonar sus peculiaridades temáticas: la actitud de la nueva mujer española ante el sexo, la confusión de opciones sexuales y la familia como elemento (des)integrador. Y lo hace con una comedia romántica mucho más sutil que lo que da a entender su cartel promocional. Así, a pesar de lo resbaladizo de algunas de sus tramas (la cantante en horas bajas que acaba presentando un concurso televisivo de madrugada puesta hasta las cejas, los bomberos sexualmente desorientados...), Villanueva logra frenar los excesos con ironía, agudos dobles sentidos y una puesta en escena con elegantes fuera de campo e incluso algo insólito en el cine español: ¡elipsis en las secuencias de cama!
LO CONTRARIO AL AMOR
Dirección: Vicente Villanueva.
Intérpretes: Adriana Ugarte, Hugo Silva, Guadalupe Lancho, Álex Barahona, Rubén Sanz, Kiti Manver.
Género: comedia. España, 2011.
Duración: 100 minutos.
Sin embargo, tras dos tercios sorprendentes, la película se derrumba un tanto por dos razones bien distintas. La primera, de corte moral(ista), al convertir en algo cercano a un anuncio del Plan Nacional sobre Drogas la incompatibilidad de caracteres de sus dos protagonistas. Y segundo, por la cobardía narrativa en la resolución de la trama secundaria de los bomberos homosexuales, al elegir un atajo infecto, impropio de alguien que parece querer emular a los grandes de la comedia clásica americana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.