Pongamos que canto a Joaquín
'Más de 100 mentiras' es la traslación al musical del mundo de Sabina a través de sus canciones y de una escenografía barriobajera - Se estrena el 6 de octubre en Madrid
Una noche de hace dos años, David Serrano salió de su casa con el guion de un musical bajo el brazo. El director había quedado a cenar para pasar la prueba de fuego: le esperaba el artista cuyas canciones eran la banda sonora de su musical. Pero a Joaquín Sabina el libreto le gustó. "¿Y luego qué pasa?", cuenta Serrano que le preguntaba el cantante mientras leía. Así fue como Más de 100 mentiras echó a andar.
No fue fácil convencer a Sabina de que cediera su obra para un musical. "No", les dijo en 2006 al productor Ángel Suárez y al consejero de Drive Entertainment, José María Cámara. Pero pasaron tres años, dos álbumes y muchas canciones. Y Sabina reapareció. De repente, y de la nada. Como un espectro, como siempre. "Vamos a hacerlo", le dijo a Cámara.
El amo del rock tendrá que acallar al soberano de la selva, 'El rey león'
En la canción Más de 100 mentiras, Sabina cantaba: "Tenemos el sexo, el rock y la droga". Es lo que busca retratar el musical, ambientado en la sequedad de un bar y protagonizado por ladrones y prostitutas. "El imaginario de Sabina está presente. Es la historia de dos compañeros que intentan timar a un mafioso para vengar a su amigo fallecido", resume el director. Es también el resultado de una selección que dejó por el camino tres libretos completos. "Me quedé con el más arriesgado", asegura Serrano. Y con seis protagonistas, cinco masculinos. "La trama tiene mucha testosterona", sostiene el actor Juan Pablo di Pace, que ya fue Tony Manero en el musical Fiebre del sábado noche.
Los ensayos arrancaron el 1 de agosto. La semana próxima se trasladarán al teatro Rialto de la Gran Vía madrileña, donde Más de 100 mentiras se estrenará el 6 de octubre. De momento, el equipo ensaya en la Casa del Reloj. Allí, en un pequeño teatro, Di Pace y Diego Paris ponían ayer en escena un diálogo ante la mirada de Serrano. Al director no le cuadraba algo. "Hay una pausa muy larga. Tal vez deberías preguntarle: '¿Por qué te fuiste?", le sugería a Paris, para apuntarlo enseguida en su ordenador. El enésimo cambio de un tributo al perfeccionismo que lleva 32 versiones.
Más o menos el mismo número de canciones aparecerán en el musical. "Sus piezas son de las mejores que se han escrito en España en los últimos 30 años", sostiene Serrano. Por esto quiso que Sabina y Pancho Varona, compañero en mil batallas y más giras del músico, hicieran el primer listado. "Joaquín me recomendó que escogiera según la popularidad, teatralidad y calidad de cada canción. Mandé unas setenta", recuerda Varona. Ahí empezaron las eliminatorias. Serrano quería incluir a toda costa piezas como Contigo, Calle melancolía, 19 días y 500 noches y Princesa. Y Sabina excluyó dos canciones, que Serrano no piensa desvelar.
Lo que queda es una mezcla de baladas, salsa y rock, tan ecléctica como la carrera del cantautor. Aunque en el Rialto sonará algo distinta. "Hay versiones fieles al original, medleys y canciones renovadas. Contigo y Ganas de... sorprenderán", tercia Serrano. Nueve arreglistas (entre ellos, Leiva de Pereza y el pianista Pepe Rivero) han buscado darle la vuelta al Sabina de toda la vida. Una cantidad inusual, ya que un musical no suele acoger a más de dos. Pero Serrano jura tener el hilo conductor en sus manos: "Dejamos claro qué queríamos de cada uno. Hay un experto por cada género tocado por Sabina".
De todos modos, los cambios melódicos pasan por el filtro del codirector musical Varona y del fantasma de Sabina, las pocas veces que contesta a un email. Un filtro "consultorio", según Varona; a veces más bien un veto: "El primer arreglo de Y sin embargo no le daba a la canción la importancia que se merece".
Alentado por el éxito de Hoy no me puedo levantar, el musical basado en las canciones de Mecano que en 2005 sedujo a millones de espectadores, Serrano arriesgó la multiplicación también de los coreógrafos: en Más de 100 mentiras hay siete. Uno de ellos, el premio Nacional de Danza 2006 Chevi Muraday, observaba a mediodía de ayer a los 17 bailarines probando la coreografía de la obertura. El coreógrafo no estaba convencido. Se levantó y pidió que la música parara. "Pausa de cinco minutos", anunció Muraday. Y aprovechó para detallar su papel: "Serrano me pidió una danza contemporánea muy física, donde las chicas volaran".
El nombre del director se repite una y otra vez, cual deus ex machina de Más de 100 mentiras. Y a él se apela para no repetir el fracaso de Enamorados anónimos, desafortunado musical que contó con dos canciones de Sabina. Serrano es consciente de la responsabilidad y de los tres millones de euros de la producción: "Tengo todo para que sea el mejor musical que se haya hecho en España hasta ahora". Para ello, la música del cantautor tendrá que acallar el rugido del soberano de la selva. "El rey Sabina contra El rey león, ¡qué bonito!", exclama Varona. Se refiere a la superproducción de Broadway que lleva la jungla al teatro Lope de Vega, frente al Rialto. "Su público es más familiar. Nuestro show es más oscuro. No nos vamos a robar entradas", sostiene Serrano. "Solemos machacar lo nuestro y aplaudir lo de fuera. Espero que la gente apueste por lo español".
A Serrano y su equipo les quedan dos meses para velar armas. Permanecerán al menos dos temporadas en Madrid. Y luego, si la acogida es buena, seguramente se vayan de gira por España. Será una lucha a largo plazo. Ya lo profetizaba Sabina en Tiramisú de limón: "Que sepas que el final no empieza hoy".
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