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Proust en facebook

Toni García

Hace un par de años se pusieron de moda algunos libros que trataban de combinar la literatura clásica con el giro contracultural de turno. Así pues, pudimos ver Orgullo y prejuicio y zombis o Sentido y sensibilidad y monstruos marinos. Este año han vuelto: apenas hace dos meses apareció en Estados Unidos una (re)lectura del buen León Tolstói llamada Androide Karenina.

Asegurando al respetable que nada de lo antes contado es broma, uno se pregunta cuánto tardaremos en ver a esos mismos clásicos (llámense como se llamen) pasados por el tamiz de las redes sociales: James Joyce encajaría perfectamente en el tumulto cibernético y de telefonía móvil; Cervantes también (los SMS con Dulcinea del Toboso serían dignos de verse); Homero, por supuesto, metiendo a Aquiles y compañía en el tenebroso universo del whatsapp y el twitter. Pero si hay un autor que resultaría francamente pasmoso en esa encrucijada imposible pero decididamente tentadora que es el meollo de las redes sociales, ese sería Proust.

El que quisiera digitalizar los pasos del escritor francés no debería hacer grandes esfuerzos. Empezaríamos por ejemplo adaptando Por el camino de Swann, la primera entrega de la fabulosa saga En busca del tiempo perdido.

Swann, el joven millonario, solo debería abrir una página en Facebook. Siendo como es adinerado y mundano no tendría problemas para conseguir unos cuantos amigos/as y un montón de "Me Gusta". Naturalmente Odette de Crécy sería amiga suya en la plataforma, al igual que la Princesa de Laumes. Le invitarían a un montón de flashmobs donde se presentaría, discreto, bailaría alguna melodía clásica y se iría después a comentar la jugada a una cafetería con wifi.

Se obsesionaría con el estado de Odette y trataría de mirar el perfil de todos sus amigos, pensando que alguno se la beneficiaría. Le llegarían mensajes privados del gélido doctor Cottard, que -obviamente- no contestaría y se pasaría el día viendo vídeos de pianistas y demás en el YouTube, simplemente para tener algo de qué hablar en los chats de los bourgeois digitales (los BoDi). Un buen día se daría cuenta de que los Verdurin, protectores como siempre fueron, le han hecho -por sorpresa- el unfollow en Twitter y de que Odette hace días que no comenta nada en su muro de Facebook. Les mandaría varios mensajes de texto a todos pero estos no darían señales de vida. Desesperado se conectaría a Amazon y se compraría las obras completas de Goethe para Kindle.

Finalmente Odette volvería aunque cambiaría el estatus de su relación en la red por "Con Alguien". Loco por ella, Swann la invitará al GameLab y allí decidirán que son el uno para el otro. Hasta la señora Montmorency, que solo saluda si tienes la última versión de iPad y te cambias el iPhone cada tres meses, empezaría a seguir al millonario en Twitter y algún aristócrata de medio pelo pondría algún RT+1 a Odette, a pesar de su pasado de cocotte y de su estatus de propietaria de una BlackBerry anticuada.

No tenemos claro qué diría Proust de todo esto, pero es imposible que le pareciera mal: esas explosiones emocionales que le sacuden a uno del asiento (y que están a un enter de distancia) le hubieran resultado al autor francés una síntesis perfecta de la esencia del ser humano, algo que no ha cambiado en un siglo. ¿Y lo de la magdalena? Se preguntarán algunos/as. La respuesta es simple: ¿A quién le importa una magdalena cuando puedes ser trending topic?

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