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La crisis financiera | La evolución de la economía

La recuperación se frena en Europa

El crecimiento de la zona euro se limita a un avance del 0,2% entre abril y junio - El parón de Alemania y Francia hace retroceder la tasa interanual del 2,5% al 1,7%

Alejandro Bolaños

La recuperación de la economía europea vuelve a estar en punto muerto. Y los vaticinios, otra vez, se quedan averiados en la cuneta, superados por lo que ocurre. Los datos publicados ayer por Eurostat revelan que el estancamiento, pregonado para la segunda mitad del año, tomó cuerpo en primavera: en comparación con el fulgurante arranque de año, el PIB de la zona euro apenas avanzó un 0,2% entre abril y junio. En Alemania y Francia, el corazón del Viejo Continente, el crecimiento se congeló.

El reciente desplome de los mercados financieros se había traducido como una advertencia sobre el inminente desfallecimiento de la recuperación en los países avanzados. La estadística acaba de dejar claro que el frenazo económico es ya un hecho, pero aún hay sitio para la interpretación. Lo que los próximos meses deben despejar es si lo de la primavera fue una parada técnica, tras la derrapada de Alemania y Francia en el primer trimestre. O si, como apuntan las encuestas de confianza a consumidores y empresarios o las apuestas de algunos inversores financieros, puede acabar siendo el capítulo introductorio a otra recesión.

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Todas las previsiones daban por hecho que el crecimiento del segundo trimestre iba a ser, en el caso de las dos grandes economías europeas, mucho más débil que en el arranque del año, cuando impulsaron la tasa trimestral de la zona euro a un inesperado 0,8%. En el primer trimestre, el PIB alemán se benefició de unas condiciones climáticas benignas, con lo que al habitual aporte del sector exterior se sumó un incremento extraordinario de la construcción. Y en Francia fue el aumento de inventario de las empresas lo que dio un empujón a la contabilidad nacional.

Pero lo que nadie había anticipado es que la recuperación hiciera una pausa tan brusca: para Alemania, el pronóstico medio de las encuestas de Reuters y Bloomberg a decenas de expertos era del 0,5% en tasa trimestral. Y ha resultado ser un escuálido 0,1%, en contraste brutal con el 1,3% del primer trimestre. En Francia, las primeras estimaciones apuntaban a un 0,3%, pero la oficina estadística gala adelantó ya la semana pasada que lo que hubo fue estancamiento puro y duro (0%, frente al 1% del primer trimestre).

Las autoridades se apuntaron a la interpretación más favorable. "La evolución de la economía en el segundo trimestre, a primera vista débil, está dentro de nuestras expectativas", sostuvo el ministro de Economía alemán, Phi-lipp Rösler. "Hay una cierta ralentización, pero no es una sorpresa", mantuvo el portavoz de Economía de la Comisión Europea, Amadeu Altafaj.

La posibilidad de que Estados Unidos se deslice a otra recesión, menos intensa y duradera que la que asoló las economías occidentales entre 2008 y 2009, monopoliza el debate al otro lado del Atlántico. La Reserva Federal, que ha decidido mantener los tipos de interés en el 0% dos años más, ha dado muestras de tomarse en serio la amenaza. En Europa, la discusión solo despunta, y la opinión mayoritaria es que lo que viene es un crecimiento más débil, pero crecimiento al fin y al cabo.

"Es un dato normal, tras el impresionante primer trimestre y a la vista de shocks externos como el terremoto de Japón y el debilitamiento de la coyuntura estadounidense", abundó el economista jefe de ING, Carsten Brzeski, en un análisis sobre la economía alemana. Pero el castigo de los inversores a los títulos de deuda pública de media Europea, solo amortiguado tras la compra masiva de bonos italianos y españoles por el BCE, revela que el riesgo de una recaída sigue ahí. "La cuestión crucial será hasta qué extremo las turbulencias financieras afectan a la confianza de inversores y empresarios", indicó a la agencia Bloomberg Thomas Herrmann, de Credit Suisse.

Un crecimiento tan débil alimenta las dudas. Hace menos creíbles los planes de consolidación fiscal de los países más cuestionados por los mercados (Portugal, Irlanda, Grecia, España o Italia) y eleva la desconfianza sobre la capacidad de Alemania y Francia para sostener cualquier ampliación del compromiso europeo con los países más frágiles. Más argumentos para especular con los costes de financiación (las primas de riesgo) de estas economías, y en último término, para retroalimentar las expectativas de recaída.

El recorte de gasto público, la respuesta automática de la zona euro al asedio de los mercados, es, con los datos de crecimiento del segundo trimestre, más difícil de sostener. "Pisar los frenos con demasiada rapidez dañará la recuperación, el ajuste fiscal debe resolver el dilema de no ser demasiado rápido ni demasiado lento", avisó la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, en un artículo publicado por el diario británico Financial Times.

A diferencia de lo que ocurrió en el primer trimestre, que evidenció un comportamiento desigual en la zona euro, la debilidad en el crecimiento fue esta vez generalizada. El Instituto Nacional de Estadística confirmó que el PIB español creció un 0,2%; Italia avanzó un 0,3% y Holanda se quedó en el 0,1%. Para Portugal, el estancamiento (0%) no resultó ser tan mala noticia: le permite dejar atrás la recesión, tras dos trimestres en retroceso, aun cuando ya había empezado a aplicar los recortes de gasto obligados por el plan de rescate de la UE.

El parón es más elocuente en la comparación interanual. Si en el primer trimestre la zona euro exhibía un boyante 2,5%, en el segundo trimestre la tasa interanual retrocede al 1,7%. Según la estimación de Eurostat, el conjunto de la Unión Europea tuvo un comportamiento similar (0,2% en tasa trimestral, 1,7% en la comparación anual). Reino Unido, con un avance del 0,2%, tampoco se salva de la quema. Ni del miedo a que la crisis de la deuda soberana complique aún más las cosas. "Si esos riesgos se materializan, tendrán un impacto significativo en la economía británica", advirtió ayer el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King.

El Banco de Inglaterra tiene sus propios problemas. Ayer se confirmó que la inflación escaló en julio al 4,4% en Reino Unido, lo que aumenta la presión para que suba los tipos de interés (en el 0,5% desde 2009). En el Banco Central Europeo, por el contrario, toman nota de "la incertidumbre sobre el crecimiento económico", en palabras del consejero finlandés, Erkki Liikanen. El BCE parece dispuesto a tomarse su particular pausa en la decisión de subir los tipos en la zona euro (han pasado del 1% al 1,5%) este año. Y la opción de que desande el camino y vuelva a bajar los tipos de interés ha dejado de ser ciencia ficción.

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